Editorial ABC

Temor en el mundo económico

La Bolsa y los inversores han reaccionado con recelo al posible pacto de cogobierno entre socialistas y populistas, temor que comparten con la mayoría de nuestros socios europeos

ABC

Para alguien que como Pedro Sánchez firmó una tesis doctoral titulada «Innovaciones de la diplomacia económica española», debería ser relativamente sencillo, pese al plagio, interpretar las reacciones del mundo económico a sus intenciones de formalizar una coalición apoyada en las fuerzas del populismo de extrema izquierda con el aval de partidos independentistas y filoterroristas. Los temores que ha levantado el proyecto de coalición con Podemos se han visto claramente en la temperatura de la Bolsa. Además, como hoy informa ABC, interesantes operaciones de fondos extranjeros han quedado en el aire, mientras que socimis y fortunas estudian irse a Portugal ante el temor de nuevas alzas fiscales. La perspectiva de que se sienten en el Consejo de ministros socios de Gobierno que defienden las mismas recetas que, por ejemplo, llevaron a la ruina más absoluta a un país tan extraordinariamente rico como Venezuela, constituye un factor que señala a la economía española como el mercado en el que cualquier decisión de envergadura debe posponerse. Y esto es ya un efecto negativo con consecuencias reales porque aquellas inversiones que podían haberse destinado a la economía española pero que han sido dirigidas a otro país están perdidas para siempre. Si se pudiera creer en la palabra de Sánchez, a algunos tal vez les tranquilizaría la promesa que lanzó públicamente de hacer vicepresidenta a la actual ministra de Economía en funciones, Nadia Calviño, aunque no fuera más que para utilizarla de parapeto como Rodríguez Zapatero hizo con Solbes en su mandato. Pero en su caso, ni siquiera ese disfraz sería suficiente para tranquilizar a los mercados, no solo porque a estas alturas su palabra vale más bien poco, sino porque el sesgo ideológico de su principal asociado, Iglesias, es tan negativo para la economía que no hay disfraz que pueda ocultarlo.

Gracias a las reformas prudentes del PP, nuestras economía salió con mucho esfuerzo (sobre todo de los españoles) de una crisis terrible, pero aún se encuentra en periodo de reconstrucción. Con una gigantesca deuda pública acumulada, lo que la economía necesita es favorecer la inversión exterior y no aumentar los impuestos -lo que no siempre es igual que aumentar la recaudación- para expandir el gasto. Dentro del mercado único europeo, las empresas pueden trasladarse de un país a otro en busca de mejores condiciones fiscales y económicas, pero tanto Sánchez como, sobre todo, Iglesias, siguen prisioneros de los antiguos clichés ideológicos de la izquierda más rancia, consistentes en subir la carga fiscal de los españoles y gastar por encima de las posibilidades del Estado. Ya lo hizo Zapatero, provocando un déficit estratosférico que rozó el 9 por ciento. Sin haber recuperado todo el brío, un segundo experimento sería letal.

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