EDITORIAL ABC

Sin unidad no hay democracia en venezuela

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La situación que atraviesa Venezuela es desesperada, y el principal responsable es el dictador Nicolás Maduro, un tirano que no respeta ni leyes ni reglas y que ha llevado al país a un desastre humano y económico sin parangón en tiempos de paz. Ante el sufrimiento de los venezolanos, la comunidad internacional ha llegado todo lo lejos que podía, sin violar las reglas del Derecho, para propiciar el fin de la dictadura y el comienzo de una nueva era que permitiera la reconstrucción del país. Gestos como el reconocimiento -por parte de hasta cincuenta países- de Juan Guaidó como presidente interino legítimo tienen un valor formidable.

Ante esta situación, haría falta que los demócratas venezolanos supieran estar a la altura del momento histórico en el que se encuentran y que aparcasen sus diferencias personales, matices insignificantes frente al único objetivo patriótico que puede importar en este momento, que no es otro que acelerar la caída de la dictadura chavista. Sin embargo, incluso el secretario de Estado norteamericano, Mike Pompeo, reconoce en privado que su principal problema es poner de acuerdo a los dirigentes opositores.

El egoísmo político de ciertos dirigentes de la oposición constituye un insulto hacia el sufrimiento de millones de perseguidos y de exiliados venezolanos. Cuando sus compatriotas mueren por falta de comida y de medicinas, cuando la desesperación empaña la vida de tantos venezolanos, mientras que otros se juegan la vida en las manifestaciones de protesta, ningún demócrata respetable tiene derecho a anteponer sus intereses personales. La historia no será implacable con Maduro, sino con aquellos demócratas que no estén a la altura de las circunstancias.

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