Editorial ABC

Sánchez, como Pilatos

El presidente del Gobierno vuelca toda la responsabilidad del combate de los rebrotes en las comunidades y convierte en legal lo que en primavera era imposible y además ilegal. Al parecer, ha vuelto de vacaciones para mirar

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El presidente del Gobierno hizo ayer toda una declaración de intenciones para intentar no asumir más desgaste ni responsabilidades en la gestión de los rebrotes del coronavirus después de unas vacaciones de indolencia absoluta. Sánchez no tiene entre sus planes decretar un nuevo periodo de estado de alarma y por eso hizo una finta no exenta de cinismo descargando en las comunidades cualquier responsabilidad. A partir de ahora, si una autonomía considera inmanejable la crisis, podrá solicitar al Gobierno la declaración de la alarma en un territorio específico, de modo que nadie podrá decir que es La Moncloa quien hace un uso abusivo de esa excepcionalidad. De este modo, Sánchez se lava las manos, atribuye a los Ejecutivos autonómicos cualquier culpa en lo que pueda ocurrir, y se libera de negociar en el Congreso cualquier prórroga de una alarma que objetivamente le ha hecho mucho daño.

España es de nuevo el país europeo con mayor tasa de contagio, pero ahora Sánchez pretende sacudirse de encima cualquier responsabilidad, lejanos los tiempos en los que se ufanaba de liderar el mando único frente a la crisis. Le sigue faltando liderazgo y coraje político para afrontar la mayor crisis a la que se enfrentará España en décadas. La misma falta de liderazgo, por cierto, que ayer le achacó Podemos en el inicio del curso escolar. A veces parece que Podemos no está en el Gobierno, pero la defensa explícita que el líder socialista hizo ayer de Iglesias demuestra que sí lo está, y por tanto este partido es tan responsable como el PSOE del caos que se avecina en los colegios.

El cinismo de Sánchez es notorio toda vez que pese a que sus promesas de reformas legales para combatir la pandemia eran un compromiso público, no ha habilitado legalmente a ninguna autonomía a tomar decisiones en este sentido. Si ahora hubiese una restricción de libertades en cualquier lugar de España, los responsables serían los presidentes autonómicos, y no él. Lo que antes era ilegal, ahora es repentinamente legal, y todo ello sin modificar una sola norma. Le basta poner como excusa que «España es un estado casi federal», la última trampa/falacia en la que guarecerse. Trampa en algún caso peligrosa pues supone ceder el mando único en Cataluña a Torra, que acaba de proclamar que «antes que la pandemia está la independencia».

Además, La Moncloa recurre ahora al Ejército ofreciendo 2.000 militares a las autonomías como «rastreadores» del virus. No es que la medida no sea útil, que lo será, sino que resulta chocante en alguien que hace unos años apelaba a la supresión del Ministerio de Defensa. Hoy, la realidad le abofetea. En definitiva, Sánchez sigue sin responder a las preguntas elementales de la prensa, continúa sin hacer público el número real de fallecidos, y sobrevive en su realidad virtual cuando España se agota en sí misma al borde del miedo y de una depresión económica inédita.

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