La reivindicación de Gabriel Maura

Fue espiado/vigilado por los regímenes de Primo de Rivera, la República, Franco y Salazar

Ramón Pérez-Maura

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La historiografía española del siglo XX tiene dedicadas muchas páginas, obras enteras, a la figura de Antonio Maura, no en vano cinco veces presidente del Consejo de Ministros, y muchas otras a su hijo Miguel Maura Gamazo, que fue ministro de la Gobernación tras el asalto que hicieron los republicanos sobre las instituciones el 14 de abril de 1931. En realidad, la carrera política de Miguel Maura fue un fracaso absoluto. Desde su incapacidad para impedir desde el Ministerio la quema de conventos, hasta su irrelevancia parlamentaria al frente del Partido Republicano Conservador. Aun así se acaba de publicar una nueva biografía suya (Miguel Maura. La derecha republicana. Antonio Cañellas Mas. Gota a gota) que poco aporta.

Coincidiendo con esa publicación ha aparecido también la biografía del hermano mayor de Miguel Maura, Gabriel, un personaje condenado al ostracismo por la corrección política, pese al protagonismo político y académico que tuvo a lo largo del siglo XX: Entornos. Gabriel Maura a través de sus papeles (Ediciones Cinca) es la obra de Alfonso Pérez-Maura de la Peña, secretario de la Fundación Antonio Maura.

Gabriel Maura Gamazo (Madrid, 1879-1963) fue miembro titular de tres Reales Academias, en la de Jurisprudencia y Legislación y en la de la Historia estuvo más de medio siglo. Y en la Española, donde coincidió con su padre, que dirigió la institución en dos etapas, lo fue algo más de cuatro décadas. Su ingente obra sobre el reinado de Carlos II sigue siendo una referencia imprescindible de ese tiempo. Fue secretario de su padre (lo que los cursis llaman ahora «jefe de gabinete») y sólo al morir el estadista tomó protagonismo político propio. En el ocaso del reinado de Alfonso XIII acepta ser ministro de Trabajo y Previsión, mientras su hermano Miguel está en la cárcel por conspirar para el derrocamiento del régimen. Cuando al fin el 13 de abril el Rey decide que prefiere apartarse, encarga a Gabriel Maura la redacción de su manifiesto de despedida. El texto titulado «Al País» aparecerá en la Tercera de ABC el 17 de abril. Maura se expatría también desde la primera hora y acompaña y aconseja a la Familia Real hasta el punto de que el Rey le encarga, una vez más, la redacción de su abdicación de sus derechos dinásticos en favor de Don Juan.

Su activismo político le llevó a ser espiado/vigilado por los regímenes de Primo, la República, Franco y Salazar. Viviendo en Francia, el embajador de España, Salvador de Madariaga, recibió órdenes de Madrid para que solicitara la detención de varios expatriados españoles, entre los que estaba Maura. Francia no hizo caso. Ayudó a Franco económicamente durante la Guerra Civil, pero ya en 1938 se apartó del generalísimo. Era desde 1930, incluso en el exilio, presidente de la Biblioteca Nacional. La II República nunca lo destituyó. No estaba interesada en libros. Lo cesaría Franco en 1946 por sus escritos contra el régimen. Tuvo una vida muy rica en otros aspectos. Financió la revista «Arbor» de Calvo Serer, presidió la Real Federación Española de Fútbol e introdujo en el diccionario la palabra «fútbol». Pero ante todo fue leal al Rey en el exilio. En febrero de 1936 predijo que «estamos en el principio del fin que puede muy bien ser el soviet, pero de lo contrario será la dictadura militar, camino de la Restauración» y luchó siempre por ella encarnando el monarquismo que proclamaba Antonio Maura: «Soy monárquico convencido. Estimo que la Monarquía está indefectiblemente unida a la existencia de la Patria. Si llegase un día que en España no hubiese más que un monárquico, ese único monárquico sería yo». Está claro que personas así no tienen interés en España.

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