Presupuestos, pacto roto por el PNV

La opción democrática del PP es poner a prueba siempre que sea posible -como hizo el PSOE con el PP hasta la moción de censura- la solidez de la mayoría que llevó a Sánchez a La Moncloa

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El Partido Popular, a través de su vicesecretaria de Estudios y Programas, Andrea Levy, dejó ayer abierta la posibilidad de enmendar en el Senado el proyecto de Presupuestos Generales para 2018 aprobado por ese partido, Ciudadanos, nacionalistas canarios y el PNV en el Congreso de los Diputados. Los nacionalistas vascos lograron de Mariano Rajoy generosas concesiones a cambio de sacar adelante las cuentas del Estado. Ahora, el escenario de ese pacto y de esos presupuestos ha cambiado drásticamente, porque el PNV votó contra Rajoy en la moción de censura y porque hay un Gobierno del PSOE, partido que votó en contra de ese proyecto. Ha sido Pedro Sánchez el que ha elegido el momento y las condiciones para acceder a La Moncloa. En relación con los Presupuestos para 2018, el momento era precipitado, porque aún no están aprobados definitivamente, y las condiciones se resumen en la mayoría absoluta del PP en el Senado. Dice mucho del voluntarismo y la temeridad de Sánchez en su moción de censura que garantizara al PNV el mantenimiento de lo pactado con Rajoy, cuando tal garantía no está en su mano, como ayer demostró Andrea Levy.

El PSOE ha querido jugar con todas las barajas: ganarse el apoyo del PNV con los Presupuestos del PP y recibir a beneficio de inventario el respaldo de toda esa siniestra alianza de populistas y separatistas. Resulta que el PP todavía existe y también juega este partido, y lo hace con unas fortalezas parlamentarias mucho más definidas y estables que la mayoría coyuntural que recibió Sánchez. Los juristas conocen la cláusula «rebus sic stantibus», que justifica la modificación, incluso la extinción, de los contratos cuando cambian de forma imprevista las condiciones del pacto. Y esto ha pasado entre el PP, el PNV y los presupuestos que pactaron uno y otro.

Sea cual sea la decisión final que tomen los populares sobre esta cuestión, deben sentirse legitimados para cambiar las partidas presupuestarias privilegiadas que pactaron con los nacionalistas vascos y para obligar al Gobierno socialista a recomponer sus apoyos parlamentarios con una negociación propia sobre los presupuestos de 2018. La opción democrática del PP es poner a prueba, siempre que sea posible –como hizo precisamente el PSOE con el PP hasta la moción de censura–, la solidez de la mayoría que llevó a Sánchez a La Moncloa. La principal ley anual, como es la de Presupuestos del Estado, debe pasar la prueba de esta nueva mayoría anti-PP. Es lo más razonable desde el punto de vista democrático y lo más coherente con el cambio de Gobierno. Conviene que el Senado deje claro cómo están las cosas en la arena política. La política también es pacto y quien lo rompe debe asumir sus eventuales consecuencias.

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