Un PP a la intemperie

Mientras las cosas iban bien, hubo convivencia. Pero al ir mal, las diferencias crecen

José María Carrascal

Esta funcionalidad es sólo para registrados

La Ley de Murphy dice que «si algo puede ir mal, seguro que irá mal». El PP se halla es esa situación tras haber pasado sin intermedios de gobernar a no tener quien le gobierne, con el resto aliados contra él, unos para quedarse con sus despojos, otros para darle la puntilla. Por si fuera poco, con un cisma, lo peor que puede ocurrir a un partido. Los jóvenes tienen tanta prisa en alcanzar el poder que no se percatan del daño que le infligen y los maduros, obsesionados con salvar los muebles, pueden perder el piso. ¿Le ocurrirá lo que a UCD que, tras esfuerzos titánicos para sacar adelante la Transición, se desintegró? Todo es posible, aunque las condiciones son otras. UCD no era un partido, era una coalición de personalidades políticas de distintas procedencias, conscientes de que, como no se pusieran de acuerdo, España se iba por la cañería. Así que dejaron a un lado su ideario para lograr un consenso que funcionó, pero que a la larga ha mostrado sus fallos. En cualquier caso, tras cumplir su papel, cada mochuelo a su olivo, y UCD desapareció.

El PP es en bastantes aspectos su sucesor y, si no quiere correr la misma suerte, tiene que plantearse qué representa en el escenario político español. «El centro derecha» suele decirse. Pero centro puro –los viejos liberales– hay poco en España. Derechas, en cambio, hay un montón, desde la dura (lo que nos ha librado de tener un partido ultra y eurófobo), a la blanda, dispuesta a pactar incluso con los rivales. Mientras las cosas iban bien, hubo convivencia. Pero al ir mal, las diferencias crecen, los choques son a plena luz del día, con alguna puñalada trapera y, de seguir las cosas así, terminará pareciendo la casa de tócame Roque, Poco puedo decir al respecto, al no tener nadie vela en este entierro, pudiendo sólo exponer mi regla para apostar quién iba a perder las elecciones norteamericanas: el partido que hubiese mostrado más división al elegir candidato a presidente. Pura lógica: si no son capaces de gobernarse a sí mismos, ¿cómo van a gobernar el país? Aunque también hay que contar con que España es diferente, incluso en política, al faltarle políticos de altura, tan sólo de cabotaje, hasta las próximas elecciones. Y a veces, ni eso, por lo que es inútil recordarles que los grandes partidos no son hoy bloques ideológicos monolíticos, sino que tienen un ala derecha, un ala izquierda y un centro, que conviven, y les permite adaptarse a todas las circunstancias sin perder su identidad. Que, en el caso del PP, es el compromiso con España, Europa, la democracia y una economía tan social como de mercado.

Ya que sus candidatos a la presidencia no han hecho lo que debían, una declaración conjunta de que apoyarán al ganador de las primarias, el único consejo que puedo dar a los compromisarios electores es que no voten al candidato/a alabado por medios, personalidades y analistas críticos con el PP. O, mejor, que constaten a quién atacan más, y le voten.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación