Editorial ABC

El Rey pide unidad frente al virus

Toca seguir compartiendo los valores comunes del constitucionalismo frente a quienes quieren destruir la soberanía nacional y una historia de éxitos colectivos

ABC

Los mensajes de ayer de Su Majestad el Rey con motivo de la celebración del apóstol Santiago, patrón de España, fueron un canto al sentido común y a la lógica de las cosas en una nación, la nuestra, que se enfrenta a desafíos desconocidos para superar los efectos de la pandemia y una crisis económica de una magnitud fuera de toda medida. De un lado, Don Felipe apeló a «mantenernos diligentes y prudentes ante el virus», e hizo un llamamiento a «afrontar las consecuencias sociales y económicas de la pandemia, que requieren una unidad profunda en torno a nuestros valores compartidos y un compromiso firme con la búsqueda del bien común». Poner en valor la «unidad profunda» en tiempos de radicalización política, de extremismo social y de populismo irracional tiene todo el sentido, porque si no es unidos, los ciudadanos tendremos más dificultades para afrontar los retos pendientes. Europa, con su rescate económico a España, no va a hacer los deberes. España debe responder y cualquier mensaje de disensión, de fractura social o de fragmentación frente a la crisis, será sintomática de un fracaso anticipado. Por eso cobra relevancia la apelación del Rey en un día tan significativo para todos los españoles.

De otro lado, el Rey hizo una encendida defensa de la monarquía parlamentaria en un momento en que desde la extrema izquierda se trata de socavar su solidez y discutir su vigencia. Y en esto, el Gobierno de Pedro Sánchez debe asumir una responsabilidad seria porque es parte de la coalición de Gobierno, la que representa Podemos, la que está tratando de poner en jaque a la Corona aprovechando la investigación de la que está siendo objeto el entorno del Rey emérito, Don Juan Carlos. «La vocación y el deber de la Corona es ser un punto de encuentro -dijo Don Felipe- que permita recorrer unidos y en libertad el camino por el que discurre nuestra historia». Por eso, apeló a que «la cercanía, la colaboración y la capacidad de situarnos en el lugar de los demás», y el espíritu que se fraguó durante la pandemia, «se mantengan y amplíen, gracias a la búsqueda incesante de la concordia y el entendimiento para afirmar el sentido más profundo de comunidad». La concordia es la clave de la historia reciente de España. Y aniquilarla es un riesgo y una amenaza absurda que no debemos permitirnos. Si no fuera por la concordia alcanzada durante la Transición, y si no fuera por la unidad constitucional en torno a un proyecto que ha dado a España el periodo de desarrollo y progreso más relevante de nuestra historia reciente, nuestro presente sería otro distinto. Toca seguir compartiendo los valores comunes del constitucionalismo frente a quienes quieren destruir la soberanía nacional y una historia de éxitos colectivos. Y en ese compromiso, la Monarquía debe seguir teniendo el papel más relevante de nuestra democracia.

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