Editorial ABC

ERC ordena y el PSOE obedece

Un partido que se dice nacional no debe, bajo ningún concepto, reunirse ni negociar con una formación responsable de un golpe sedicioso contra el Estado

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Hubo un tiempo en que los dirigentes socialistas decían que «con los independentistas, ni una moción de censura». También hubo un tiempo en que a Pedro Sánchez le quitaba el sueño que un vicepresidente de su Gobierno hablara de «presos políticos» y defendiera el derecho a la autodeterminación. Pues bien, las tragaderas de los socialistas van a ser amplias porque les tienen que caber todas estas y otras proclamas. Al final, con los independentistas de Esquerra Republicana de Cataluña (ERC) no sólo hubo moción de censura en 2018, sino que Pedro Sánchez será investido presidente, salvo sorpresas de última hora, y, además, tendrá un vicepresidente declaradamente anticonstitucionalista.

Por otro lado, al margen de que este escenario es realmente peligroso para el interés general de España, al PSOE le esperan unas duras semanas de humillación ante Esquerra Republicana. Hoy se reúnen los equipos negociadores de ambas formaciones, lo que por sí solo ya es una ofensa a los valores constitucionales más esenciales. Un partido que se dice nacional no debe, bajo ningún concepto, reunirse ni negociar con una formación responsable de un golpe sedicioso contra el Estado. Pero el PSOE lo está haciendo y, al hacerlo, está reforzando a Esquerra Republicana no sólo como líder del frente separatista, sino como interlocutor válido al que se le perdona haber planificado, dirigido y ejecutado una trama independentista delictiva. Los dirigentes de ERC han preparado la reunión de hoy con unos pronunciamientos que demuestran que son ellos los que marcan la agenda de la investidura y de la vida política española. Los mismos que están encarcelados y que amenazan a diario a los españoles con volver a otro 1-O. Por lo pronto, ERC reconoció ayer que la situación de lo que ellos llaman «presos políticos» está en la negociación. Además, avisó de que puede no haber investidura hasta 2020, enfriando así el ánimo de los socialistas, a quienes el paso del tiempo perjudica porque hace más visible la deslealtad de sus pactos con los separatistas catalanes. A ERC, en cambio, cada día que pasa lo confirma en su condición de director de orquesta y le permita dibujar estrategias a la medida de sus intereses partidistas, que son los únicos que le preocupan. Ni la estabilidad de Pedro Sánchez, ni la gobernación de España son inquietudes que muevan a los nacionalistas catalanes a apoyar la investidura del candidato del PSOE, sino el beneficio que obtendrán de las ansias de poder del presidente en funciones. El separatismo catalán ha demostrado que su máxima prioridad es hacer a España el mayor daño posible y si, en esta ocasión, tiene al PSOE como caballo de Troya en el Estado, mejor aún.

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