Nueva treta del CIS de Tezanos

El CIS pronosticó ayer un comodísimo triunfo a Pedro Sánchez en las elecciones generales del 10-N, que incluso le permitiría alcanzar la mayoría absoluta pactando alternativamente con Unidas Podemos o con Cs. Sin embargo, este sondeo, cuyos resultados se desmarcan radicalmente de la tendencia unánime que vienen ofreciendo multitud de encuestas publicadas en los medios de comunicación, está viciado además por su desactualización. Los encuestados lo fueron antes de que el Tribunal Supremo dictase sentencia contra los líderes de la sedición en Cataluña, antes de los violentos incidentes de «kale borroka» ocurridos en Barcelona y otras ciudades catalanas, y antes de la exhumación de Franco. Por tanto, conviene analizar esos resultados con más desconfianza e incredulidad que cautela. La asignación a Sánchez de una horquilla entre 133 y 150 escaños es aparentemente desmesurada porque ningún otro sondeo publicado percibe esa tendencia. Una vez más, el CIS hace el trabajo sucio a Ferraz para presentar a un Sánchez triunfante, carente de competencia y rivales, y como el único candidato posible de una izquierda fracturada a la que Tezanos parece estar reclamando el voto útil. Su interés es evidente: que el clima de inseguridad e incertidumbre instalado hoy en el PSOE no se descontrole más y vuelva a motivar a su electorado. Por el contrario, el CIS penaliza a PP, Cs y Vox de tal manera que todos ellos juntos no alcanzarían siquiera la suma obtenida por el PSOE. Desde esta perspectiva, el del CIS es el único estudio demoscópico que rebaja la euforia instalada en Vox, y más parece cocinado para provocar una movilización entre los votantes de Abascal que para pronosticar su verosímil expectativa de voto. Una vez más el CIS se pone a las órdenes del PSOE, trata de orientar el voto, influir en los indecisos y mutilar al centro-derecha para conjurar cualquier hipotética amenaza contra Sánchez que sí reflejan claramente otros sondeos. Y además, lo hace con datos caducos.