Nueva carta a una Infanta de España

Doña Cristina escogió casarse con una persona cuyo padre afirmaba que las familias tenían morales distintas

Ramón Pérez-Maura

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Alteza, inicié este epistolario (unidireccional, claro) el 2 de febrero de 2013. Ha tenido varias misivas en las que anticipé el daño que la previsible condena del marido de Vuestra Alteza iba a generar a la Corona. La Señora se ha negado a aceptar la realidad de la situación hasta el extremo de que el propio Rey ha tenido que retiraros el uso y disfrute del título de Duquesa de Palma. Yo creo que el Rey Juan Carlos se equivocó otorgándooslo, porque una Infanta de España no lo necesita. Hubiera sido más útil y lógico crear duque a vuestro marido, lo que hubiese facilitado mucho la retirada de la condición nobiliaria bastante antes de que el Rey no tuviera más remedio que hacerlo a la fuerza.

Tras la Constitución de 1978 los miembros de la Familia Real disfrutaron de la posibilidad de elegir libremente con quién contraer matrimonio sin reducir su opción a un círculo muy limitado. Ello implica que son ellos quienes cargan la responsabilidad en un posible error nupcial. Porque son quienes están escogiendo a quién se abre la puerta al privilegio de ser miembro de la Familia Real. Yo tuve claro el error de la Infanta Cristina el 30 de abril de 1997, cuando se anunció ese matrimonio. Aquel día, en el Telediario de las 21.00, Ernesto Sáenz de Buruaga entrevistó a Juan María Urdangarin. Lo hizo acompañado por la corresponsal de Familia Real de TVE, Carmen Enríquez, quien preguntó a Urdangarin si le impresionaba tener como consuegro al Rey de España. Don Juan María respondió: «Hombre, impresiona en cierta manera, pero yo creo que uno se acostumbrará a todo, también él tendrá que acostumbrarse a mí, ¿no? O a nosotros, pero yo creo que no es una cosa de impresionar o no. Afecta y, desde luego, sí causa un cierto impacto. Es cierto, somos distintos, nuestra educación es distinta, quizá nuestra moral también. Nuestras obligaciones también. Pero yo creo que cada uno sabrá estar en su sitio sin duda ninguna». La Infanta Cristina escogió casarse con una persona cuyo padre declaraba en el informativo de mayor audiencia de España que el Rey de España y la familia Urdangarin tenían morales distintas. Entonces me costó salir de mi perplejidad entendiendo que el futuro consuegro del Rey estaba hablando públicamente de una supuesta falta de moralidad de Don Juan Carlos. El tiempo pone a cada uno en su sitio y hoy está muy claro dónde queda la moralidad de la familia que entroncó con la Casa Real española y le ha hecho un daño, desde dentro, mayor que el que hizo el Infante Luis Fernando de Orleans, hijo del Príncipe Antonio de Orleans y de la Infanta Eulalia, hija menor de Isabel II. A Luis Fernando le retiró el Rey Alfonso XIII su condición de Infante. A Iñaki Urdangarin sólo le queda cumplir en prisión lo que la Justicia estipule en esta España en la que, a qué negarlo, un juez instructor puede hacer de su capa un sayo.

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