Editorial ABC

Navarra desacredita al PSOE

El PSOE sólo recibe un poder mutilado en Navarra, pero los nacionalistas vascos consiguen mucho más

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El socialismo navarro demostró ayer que las apelaciones de Pedro Sánchez al sentido de Estado del Partido Popular y de Ciudadanos son la impostura propia de un político sin escrúpulos. El discurso «nacional» del PSOE se hundió desde el momento en que su candidata en Navarra, María Chivite, aceptó con sumisión las humillantes invectivas de EH Bildu, con las que dejaba constancia de que la nueva presidenta se convertía en rehén de su miserable abstención en la segunda sesión de investidura. España es un país que se hizo fuerte luchando contra ETA. Sus instituciones representativas, su Poder Judicial, su opinión pública, sus ciudadanos y sus fuerzas de seguridad mantuvieron durante décadas una guerra legal para derrotar al terrorismo. Y esta derrota se aceleró en cuanto el Estado empezó a tratar a los políticos proetarras como unos etarras más. Ayer, el socialismo decidió abandonar esta etapa digna de la historia de España para pactar -sí, pactar sin reconocerlo- con los herederos de la trama batasuna. Nadie debe dudar de esta realidad, y menos cuando se suceden festivas bienvenidas a los asesinos de ETA, auspiciadas y jaleadas por los líderes de EH Bildu desde los ayuntamientos que controlan.

Estos son los aliados de los socialistas en Navarra. No es un accidente político, ni un error de estrategia. Es una fase más del cinturón de hierro que el socialismo quiere crear en torno al centro-derecha constitucionalista de la mano de partidos que en Francia o Alemania estarían prohibidos. El PSOE sólo recibe un poder mutilado en Navarra, pero los nacionalistas vascos consiguen mucho más. Geroa Bai afianza la colonización panvasquista de Navarra que anhela el PNV desde su fundación por el racista y xenófobo Sabino Arana. Y EH Bildu recibe de nuevo del socialismo español la credencial de interlocutor válido para hacer política. Ya lo hizo Rodríguez-Zapatero al negociar con ETA una reconfiguración institucional del País Vasco y Navarra, y, por tanto, de España. Lo hizo por pasiva Pedro Sánchez al aceptar los votos de EH Bildu para echar a Mariano Rajoy. Chivite se ha limitado a hacer lo que le han enseñado en su partido.

Ahora bien, el problema no es sólo de principios morales, todos los que el PSOE ha derogado para pactar con EH Bildu, sino de cómo será el futuro de Navarra. La agenda de esta Comunidad Foral ya está trufada del vocabulario nacionalista: uso oficial de la ikurriña, salida de la Guardia Civil, enseñanza del euskera, víctimas de la Policía. Ya había de esto con el gobierno de la nacionalista Uxue Barkos, pero desde ahora lo habrá con una presidenta socialista, aunque el máximo responsable sigue en La Moncloa. Urge devolver Navarra al fuero y a la Constitución.

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