Lehman, año 1

Se cumplen diez años del gran descalabro, ¿viene otro?

EFE
Luis Ventoso

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El próximo sábado se cumplirán diez años del último gran costalazo del planeta, la inesperada caída de Lehman Brothers, aquel banco que era «demasiado grande para caer» y al que la Fed no quiso rescatar, porque ya lo arreglaría el mercado. Fue la traca de inicio de la mayor conmoción económica desde 1929. Desde entonces, gobiernos, bancos centrales y empresas han batallado con denuedo e ingenio para parchear las secuelas de la hecatombe. Sin embargo resulta dudoso que se haya ido a la entraña del problema. Con un esfuerzo enorme, agotando el arsenal de los bancos centrales, se ha logrado bajar la fiebre del paciente, pero sin curar realmente la enfermedad, optando por una huida hacia adelante. ¿Viene otra crisis de caballo? La proximidad del aniversario de Lehman da alas a los sabios más agoreros. Señalan que hemos entrado en dinámicas similares a los días previos del pinchazo de 2008. Y aportan datos: la deuda global es hoy un 40% más alta que en 2007 y el 37% de las compañías del mundo están fuertemente endeudadas, cinco puntos más que hace diez años. Lo que se habría hecho es solventar una crisis de deuda contrayendo todavía más deuda. Meter más gas en el globo, aun a sabiendas de que está pinchado.

Cierto que los optimistas difieren. La crisis de hace diez años pilló a los bancos desguarecidos y se encontraron sin liquidez. Hoy sus reservas son mayores y están más controlados. También se han aprendido muchísimas lecciones prácticas sobre cómo atajar el fuego. Además, el país número uno del planeta va como un tiro (pese a lo mucho que se debate sobre la estabilidad de lo que anida bajo el tupé anaranjado de Trump). La economía estadounidense crece con vigor y el paro está en mínimos. Pero... países emergentes que prometían ya se están acatarrando. Sudáfrica ha entrado en recesión por vez primera desde 2009. Turquía suda tinta. Argentina vuelve por sus fueros. Brasil iba para león y se está quedando en gato. En España, la Bolsa ha caído casi un 9% en lo que va de año, el turismo está frenando, el consumo cae y en agosto hubo un pésimo dato de paro. Como telón de fondo, los profetas del apocalipsis sacan las trompetas. Marko Kolanovic, un coco de 43 años, es el jefe de investigación de J.P. Morgan sobre los mercados de derivados. Con motivo del cumpleaños de Lehman, su entidad le ha encargado un informe y concluye que el gran castañazo llegará en la segunda mitad de 2019. Según él, esta vez el detonador será la automatización de las órdenes de compra y venta, la robotización de los mercados, que agudizará las noticias adversas ocasionando en las bolsas unas caídas súbitas y profundísimas, los llamados «flash crash». Uno de ellos activará la segunda crisis, que según el alegre Kolanovic provocará en EE.UU. unas protestas sociales nunca vistas en cincuenta años. Otros creen que la espoleta del nuevo crack será la inmensa deuda corporativa. Además, jugar a las guerritas comerciales, el petróleo en alza y el populismo analfaburro tampoco ayudan.

Los profanos contemplamos el partido expectantes. Pero hay algo que sí tenemos claro: si el mundo casca otra vez, Dios nos coja confesados con Pedro y Pablo maquinando en La Moncloa.

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