Editorial ABC

Juego limpio ante las urnas

Sánchez no dejará pasar la oportunidad de cambiar las reglas a capricho y de aprovechar todo el potencial que le concede el poder. Los demás partidos competirán en desigualdad

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Una vez que se ha confirmado que los españoles acudirán a las urnas el próximo 10 de noviembre, lo mínimo exigible al presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, es que se atenga limpiamente a las reglas del juego y respete las preceptivas normas de igualdad de oportunidades en la pugna electoral. Lamentablemente, con Sánchez resulta ocioso plantear cualquier exigencia en este sentido porque es un jugador de ventaja. Pero no por ello conviene dejar de pedírselo. La convocatoria de nuevas elecciones es su decidida apuesta desde hace meses y por eso se ha negado siempre a tratar de alcanzar cualquier acuerdo de gobernabilidad. Desde la misma noche electoral del 28 de abril, siempre boicoteó cualquier posibilidad de acuerdo, a su izquierda y su derecha, en la convicción de que con nuevos comicios consolidará su liderazgo en la izquierda y obtendrá una mayoría superior a los 123 escaños actuales. Sánchez sabe que cuenta con el poder que le otorga el control de La Moncloa y de la Administración pública, a la que no dudará en convertir en un órgano de propaganda. Regresarán los «viernes sociales» a la mesa del Consejo de Ministros con ánimo electoralista, y martilleará a los españoles con el ítem del «progresismo» hasta conseguir desgastar sus letras y la relevancia real de esa expresión. Pretenderá aprobar decretos con la idea de un PSOE buenista y salvífico sin el cual los españoles tendrán imposible sobrevivir a esta crisis política, y regará a las autonomías del PSOE con ese mismo dinero público que hace escasas semanas negó poder destinar a las comunidades con necesidades urgentes de financiación. Ha empezado ya con la Comunidad Valenciana, para agravio de otras autonomías socialistas como Castilla-La Mancha o Aragón, que ya se han quejado a Sánchez, y no tendrá empacho alguno en convertir el Gobierno y a sus instituciones anexas en una enorme maquinaria de propaganda al servicio del PSOE. Ya lo están el CIS, siempre en primer tiempo de saludo y con lecturas siempre sobredimensionadas a favor del PSOE, y la propia RTVE, que anteanoche llegó a retrasar el inicio del telediario nocturno para poner el espacio televisivo en «prime time» a disposición de Sánchez y de su primer mitin de campaña electoral.

Las reglas del juego deberían ser idénticas para todos, pero Sánchez las vulnera de modo sistemático. Ahora no es esperable nada distinto de él, aunque un mínimo de lealtad a las instituciones y una dignificación de la clase política exigiría otra cosa. Pero Sánchez no dejará pasar la oportunidad de cambiar las reglas del juego a capricho y de aprovechar todo el potencial que le concede el poder. Los demás partidos competirán en desigualdad, y su obligación es denunciar cualquier abuso que cometa Sánchez con fines partidistas en exclusivo beneficio del PSOE.

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