Tribuna Abierta

¿Por qué Latinoamérica?

Falta patriotismo y sobra nacionalismo. Es de justicia

José Luis Pérez Piqueras

Latinoamérica es actualmente el termino de uso mayoritario para designar a la América de habla española y portuguesa que ha desplazado a Hispanoamérica e Iberoamérica.

Es a partir de 1863 tras el fracaso en México cuando Napoleón III comenzó a utilizar el de América Latina, aprovechando el mal momento histórico de España para inventarse un protagonismo que Francia no tuvo. Con ese artificio verbal, ninguneaban la inmensa labor de España en América.

Según la RAE «Latinoamérica engloba el conjunto de países del continente americano en los que se hablan español, portugués y francés. Para referirse a los países de lengua española es más propio usar el término de Hispanoamérica. Si se incluye Brasil, el término más apropiado es Iberoamérica».

Actualmente Hispanoamérica tiene 520 millones de habitantes y lusohablantes otros 210. De habla francesa solo Haití con 11 millones que utilizan mayoritariamente creoles, ya que sus habitantes son de origen africano. Actualmente el francés y el creoles son lenguas diferentes no inteligibles entre sí.

Suponiendo que todos los haitianos hablen francés (que no es así), solo representan el 2% de los hispanohablantes y el 1,5% si incluimos a los brasileños, por lo que parece exagerado hacer de la excepción la norma, dando protagonismo a la anécdota.

La excepción no puede definir al conjunto. Por el mismo camino habría que hablar de Angloatinoamérica para referirse a América del Norte, dado el elevado número de hablantes de español y francés (en Quebec es mayoritario) e incluso de Afroamérica, por el alto porcentaje de americanos de ese origen. No tendría ningún recorrido, la autoestima anglosajona lo cortaría de raíz.

¿Por qué no se emplea Hispanoamérica recomendado por la RAE? Indudablemente por la devastadora acción de la Leyenda Negra sobre el prestigio internacional de nuestra Nación.

El origen de la leyenda negra y sus consecuencias hispanófobas está perfectamente explicado por Elvira Roca Barea en sus extraordinarios libros «Imperiofobia y Leyenda Negra» y «Fracasología» y antes por Julian Juderías en su libro «La Leyenda Negra», publicado en 1914.

Fue difundida a través de múltiples libelos, plagados de calumnias y falsedades basados en hechos como las expulsiones de judíos y moriscos, el poder de la Inquisición, el trato a los indios, etc. que fueron divulgados, tachándonos de fanáticos, ignorantes, etc.

Actualmente desacreditada por muchos historiadores europeos.

Lo sorprendente es que esa interpretación negativa de nuestra historia fuese asumida por las élites españolas de ambos hemisferios y que actualmente perdure. No existe ninguna otra nación que se haya dejado influir tanto y durante tanto tiempo, por una campaña de descrédito internacional como la nuestra. “Inferioridad moral asumida” en palabras de Roca Barea.

El uso generalizado del término Latinoamérica en Iberoamérica es, si cabe, más injusto ya que trata de negar la ingente obra civilizadora española que a pesar de episodios de crueldad e injusticia es claramente positiva (sobre todo si se compara con la acción colonizadora de Inglaterra, Francia, Alemania etc.)

La naturaleza española está, indeleblemente instalada en su alma, en sus genes, en su esencia como naciones independientes. Rechazando esa parte de su realidad fundacional, se están negando a sí mismas. A ambos lados del Atlántico, echamos de menos un poco más de autoestima y orgullo de origen.

Existen resentimientos y agravios en Hispanoamérica, algunos de ellos infundados, que han pretendido culpar a la colonización de sus dificultades económicas, insuficiente desarrollo y de la situación actual de las poblaciones indígenas. Doscientos años son tiempo suficiente para corregir errores en caso de haberse producido.

Claro que la consagración definitiva y el predominio actual del término América Latina, coincidió con los movimientos revolucionarios de liberación neocomunistas e indigenistas y eso, a algunos, les otorga la oportunidad de llamarse «progresistas», con la de ventajas que tiene anteponer ese término en las tarjetas de presentación.

¿Niega alguien en España la acción civilizadora de Roma a pesar de crueles episodios como la crucifixión de innumerables cántabros para acabar con su resistencia o del exterminio de Numancia por el mismo motivo?

Es hora ya de luchar contra eso; que no impongan nuevamente su lenguaje, como sucedió con la Leyenda negra, posteriormente en la lucha contra ETA y actualmente con el proceso secesionista de los independentistas catalanes (presos políticos etc.) Aquí tienen que jugar un papel primordial los creadores de opinión.

Entre los pasados 4 y 8 de noviembre, se ha celebrado en Sevilla el XVI Congreso de la Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE) y me ha llamado la atención el lema de la asociación que dice así: «una estirpe, una lengua, un destino».

Falta patriotismo y sobra nacionalismo. Es de justicia

José Luis Pérez Piqueras es General Médico (R) y Profesor Titular de la Universidad Complutense

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