La guerra comercial perjudica a todos

El proteccionismo que exhibe Estados Unidos bajo la presidencia de Donald Trump no solo se ha traducido ya en fuertes turbulencias bursátiles, sino que amenaza con desatar una guerra comercial cuyas consecuencias dañarían a la economía mundial. El Gobierno norteamericano anunció ayer que impondrá aranceles de hasta el 25% a 1.300 productos chinos por valor de 50.000 millones de dólares, y el gigante asiático no tardó en responder con la aplicación de nuevas tarifas sobre 106 productos norteamericanos por un importe similar, de modo que ambos países acabarán perdiendo. La carrera arancelaria iniciada por Trump, centrada por ahora en China, pero que amenaza con extenderse a otras muchas economías, incluida la UE, constituye un absoluto sinsentido y, lo que es aún más grave, un importante riesgo para la recuperación global.

En primer lugar, porque vulnera las normas de la Organización Mundial del Comercio, encargada de regular el mercado exterior entre naciones a través de acuerdos internacionales. Y, en segundo término, porque perjudica a los exportadores estadounidenses afectados por la respuesta china, pero también a los consumidores, ya que se verán obligados a pagar más por los productos importados, y a las propias empresas del país, puesto que buena parte de lo que China vende a EE.UU. son bienes intermedios y de capital que contribuyen a mejorar la productividad y competitividad. Y lo mismo podría decirse de los aranceles que aplicará Pekín a los productos norteamericanos. El libre comercio, como bien ejemplifica la UE, está posibilitando uno de los mayores períodos de desarrollo de la historia, mientras que el proteccionismo representa justo lo contrario.