Editorial ABC

Un futuro para el PP vasco

Los adversarios del Partido Popular vasco no están en la sede de la calle de Génova, sino en los batzokis del PNV y en las herriko tabernas de EH Bildu, los herederos de ETA

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La Convención del Partido Popular en el País Vasco comenzó ayer, en Vitoria, en un ambiente adverso para relanzar su proyecto foralista y autonomista. La misma iniciativa de la convención surgió como una reacción de algunos dirigentes populares vascos a los resultados de las últimas elecciones generales, en las que el PP no obtuvo ningún diputado en el Congreso. El planteamiento inicial no fue acertado, porque daba a entender que la recuperación electoral del PP vasco empezaría por su desvinculación del PP nacional para acabar en una especie de federalización similar a la de los socialistas catalanes con Ferraz. La evolución de los resultados electorales de los últimos años desmiente ese análisis y demuestra que la tendencia a la baja del PP vasco era constante. Además, el PP vasco siempre ha sido una organización territorial a la que la dirección nacional había reconocido un amplio margen de autonomía, porque representó la vanguardia de su discurso nacional y constitucionalista, cincelado en la lucha contra el terrorismo y en la ofensiva al nacionalismo vasco. El declive electoral del Partido Popular en el País Vasco no responde tanto a la influencia negativa de las estrategias nacionales de Génova cuanto a una cierta confusión sobre su papel en la sociedad vasca tras la derrota policial de ETA. No es justo, ni acertado, sospechar que sus actuales dirigentes no mantienen su firmeza contra el legado de ETA, que es EH Bildu, y la doble moral del PNV, pero un mínimo de autocrítica también debería hacerles reflexionar sobre las causas endógenas de su presencia precaria en la vida pública vasca. Lo injusto es que el partido que lideró social y políticamente la derrota de la banda terrorista ETA se vea en esta tesitura de supervivencia. Más aún, que considere que su supervivencia requiere marcar distancias con el resto del partido a nivel nacional.

Los adversarios del PP vasco no están en la sede de Génova, sino en los batzokis del PNV y en las herriko tabernas de EH Bildu. La tentación de hacerse perdonar su integración en un PP nacional puede agravar aún más la desafección de sus votantes. En la sociedad vasca es necesario un actor político que defienda el régimen foral y autonómico como expresión de la vigencia de la Constitución en el País Vasco, y no como su alternativa, y esto sólo es posible como parte de un proyecto nacional. Este discurso, unido al de la oposición activa al blanqueamiento de ETA -tan atractivo para tanto sector acomodaticio de la sociedad vasca-, configuran un ideario a la medida del PP vasco, una formación que no debería empañar su convención renovadora con polémicas estériles entre compañeros de partido.

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