España, en deuda con su historia

Portugal aprovecha la inoperancia de España para involucrar a la Unesco en una iniciativa con la que trata de apropiarse de la gesta que concluyó Juan Sebastián Elcano

ABC

Creada a bombo y platillo en junio de 2017 sin otra planificación que la aportada por la suma de los más heterogéneos e improvisados proyectos ministeriales, la Comisión Nacional para la Conmemoración del V Centenario de la Primera Vuelta al Mundo, empresa con que España abrió en el siglo XVI la era de la globalización, representa la enésima oportunidad perdida para que nuestro país explote el filón de su legado histórico, proyecte al mundo el valor de una obra de carácter universal y recupere el orgullo nacional que los complejos ideológicos han ido sepultando bajo una gruesa capa de indiferencia, cuando no de vergüenza. La inoperancia y el conformismo de las instituciones involucradas en este magno proyecto han sido aprovechados por Portugal para involucrar a la Unesco en una iniciativa, centrada exclusivamente en Magallanes, con la que trata de apropiarse de la gesta que concluyó Juan Sebastián Elcano.

Como ya sucedió con la fallida conmemoración del quinto centenario de Miguel de Cervantes, reducida a una pobre celebración de carácter doméstico, sin eco internacional, España corre el riesgo de dejar pasar la oportunidad que representa una extraordinaria efemérides de carácter global que le proporciona su historia, con el agravante de que es Portugal el país que, con más maña que fuerza, se lanza ahora a la aventura de manera desinhibida para explotarla y exportarla con su sello. Sin pena ni gloria, los actos organizados para conmemorar la empresa naval de Magallanes y Elcano -jornadas, muestras, conferencias e incluso una sorteo conmemorativo de la Lotería Nacional, el que se celebra hoy- se suceden en un mosaico fragmentado y sin armazón teórico, resultado de la inercia, cuando no incuria, con que España suele acometer la revisión de su mejor pasado. Para contar bien la historia, primero hay que creérsela, e invertir en su reconstrucción.

Aún está reciente el discurso que la representante de la franquicia andaluza de Podemos pronunció durante la investidura de Juanma Moreno, cuando, entre otros delirios califales, acusó a los Reyes Católicos de perseguir a los gitanos, creadores del flamenco. Son esos complejos de la izquierda, tolerados por las fuerzas conservadoras, los que impiden poner en marcha políticas de Estado que no solo resultan necesarias para vindicar en el extranjero el papel de España en la construcción de la civilización occidental -lo que evitaría, por ejemplo, que en Estados Unidos se retiren estatuas de los misioneros españoles o se tache de genocidas a los conquistadores-, sino para rearmar a la sociedad española, ayuna de confianza en su propia historia, distraída con su memoria reciente, y articularla a partir de un sentimiento compartido que desde el pasado ha de mirar al futuro.

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