Editorial ABC

El empleo entra en barrena

El escenario político no ayuda con un gobierno social-comunista en ciernes que amenaza al empresariado con una subida de impuestos

ABC

España tiene hoy 132.000 empleos menos que el año pasado por estas fechas, y las cifras demuestran que los últimos cinco meses del Gobierno de Pedro Sánchez han acumulado un crecimiento consecutivo del paro sin aparentes signos de reversión. En total, hay 20.525 parados más que el pasado mes de octubre, lo que representa el peor dato en un mes de noviembre desde 2016, y la cifra más negativa en términos globales para el empleo desde 2013. Sin duda, el escenario político no ayuda con un gobierno social-comunista en ciernes dedicado a amenazar al empresariado con una subida de impuestos que necesariamente revertirá en cascada en el bolsillo del ciudadano y en la creación de empleo. Aunque las previsiones sigan siendo razonables para España en términos de crecimiento del PIB, la ralentización de nuestra economía es una evidencia, y plantear medidas como el aumento del impuesto de sociedades, el incremento del salario mínimo interprofesional o la derogación de segmentos relevantes de la reforma laboral no va a ayudar a invertir la tendencia del desempleo. Ya no puede sostenerse que se trate de un fenómeno coyuntural, ni el Gobierno puede ampararse en que España no está próxima a una recesión. El control de España sobre el mercado globalizado es ínfimo. Sin embargo, el control sobre nuestras propias finanzas y sobre las políticas activas de empleo debería ser mucho más incisivo. Pero España se encamina hacia un gobierno de ultraizquierda sostenido por partidos independentistas, y esa es la causa principal de que muchas inversiones se retraigan, o de que haya capitales decididos a abandonar España.

Lo más grave es que Sánchez parece empecinado en contentar a sus previsibles socios de gobierno e infravalora el papel del empresariado en España, el único colectivo con capacidad real de crear empleo solvente. El intervencionismo estatalista del gobierno que se avecina, la estigmatización demagógica del empresario, al que falsamente se asocia con riqueza, y la creación de empleo público para maquillar las cifras son un peligro que conviene conjurar. La gestión realizada en materia laboral en Madrid, por ejemplo, es reveladora. En esta Comunidad el empleo crece, mientras en Cataluña se hunde. Hay motivos para la reflexión, y nada tiene que ver con los indicadores económicos, sino con la concepción política de una manera de ejercer el poder. No es un argumento nuevo en nuestra democracia, sino la constatación de una realidad: la izquierda destruye empleo porque prioriza la ideologización y la fractura de la sociedad sobre cualquier otra consideración que tienda a la construcción de consensos. Y eso afecta a la estabilidad tanto económica como política. El crecimiento estimado del PIB para 2020 no puede ser una coartada para el Gobierno. Es el resultado de una inercia que está siendo malgastada innecesariam ente por Pedro Sánchez.

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