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Camila Acosta queda libre, pero faltan muchos por salir

El precio de esta libertad no puede ser verse abocada a afrontar un juicio sin garantías en el que Camila Acosta pueda ser condenada hasta a seis años de cárcel

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La puesta en libertad de la corresponsal de ABC en La Habana, Camila Acosta, tras permanecer varios días detenida, es una extraordinaria noticia. Lo es menos que una periodista que solo hacía su trabajo cubriendo las manifestaciones de protesta contra el régimen cubano haya sido acusada de desórdenes públicos y de desacato, y sometida a un arresto domiciliario a la espera, es de suponer, de un juicio o, en el mejor de los casos, de una retirada de los cargos. Eso sería lo justo en cualquier democracia, pero desgraciadamente es una rutina en el castrismo, que solo replica a las libertades con represión, detenciones masivas y hacinamiento en sus cárceles. El precio de esta libertad no puede ser verse abocada a afrontar un juicio sin garantías en el que Camila Acosta pueda ser condenada hasta a seis años de cárcel. Es el régimen quien debe rectificar, no sus ciudadanos. Y no es solo esta periodista quien debe quedar libre. Son muchos los detenidos injustamente.

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