Cuando Pablo vuelva

Dicen que Iglesias solo se mantiene al frente de Podemos como «pararrayos» de Montero

Ana I. Sánchez

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Podemos vive en orfandad desde que Iglesias y Montero fueron padres biológicos. Pero no es esta orfandad lo que provoca su hundimiento en las encuestas. Solo lo precipita. Porque, que nadie se llame a engaño, Podemos no marcaba la agenda política ni abría debates desde hace ya varios meses. Su discurso era beligerante con lo que no debía –la unidad de España– y no lo era con lo que debería –la reforma laboral, siendo un partido de izquierdas–. La salida de Iglesias y Montero solo ha aflorado lo que desde hace meses pudre a Podemos: la pérdida de la esperanza de llegar al Gobierno. No creen en ello ya ni Iglesias, ni el aparato, ni los líderes territoriales, cuya máxima aspiración es repetir resultado. El sorpasso, esperable hace solo dos años, provoca hoy carcajadas en sus rivales y melancolía en sus votantes.

Iglesias lleva tiempo operando con ánimos de evasión. Al asumir que no alcanzará La Moncloa se ha cansado de la política. Dicen sus cercanos que volverá a la universidad y que solo se mantiene al frente de Podemos como «pararrayos» de Montero. A la espera de que esté lista para heredar el partido. Me río del famoso dedazo de Aznar sobre Rajoy, porque al menos ellos no eran pareja. Los estatutos de Podemos mandan primarias para elegir nuevo líder pero, oiga, no dicen que el aparato no pueda señalar a su aspirante.

Decía Abraham Lincoln que si alguien quiere ganar un adepto, tiene que convencerle de que es su amigo sincero. Iglesias, con el giro del 26-J, logró todo lo contrario. ¿Que el partido se define como confederado y los territorios reclaman ya la descentralización? Oídos sordos, que se pierde el control de las regiones. Mejor que las sedes territoriales no tengan ni NIF para que todo, incluido la firma del alquiler de un local, tenga que pasar por Madrid. Se generan muchos problemas de organización, pero Iglesias duerme más tranquilo. ¿Que los estatutos hablan de democracia interna? Pues si Bescansa planea presentarse a las primarias ¡en 2019! se le acusa de golpe de Estado. ¿Qué los líderes autonómicos quieren hablar con voz diferenciada? Mano dura e intervención agresiva para que no haya ganas. Vale forzar ceses e imponer confluencias por tweet. Si Lincoln fuera mentor de Iglesias se echaría las manos a la cabeza.

¿Hay autocrítica ante la pérdida de votantes? ¡No, hombre! Iglesias va explicando que, en realidad, no hay base social suficiente para alcanzar La Moncloa. «¡Cachis la mar!», que diría Superlópez. Es tanto como decir que Podemos nació por un error de cálculo. Porque no surgió para reemplazar a la vieja izquierda, que es el camino que lleva, sino para cambiar el país. Pero mejor eso que reconocer que Errejón y Bescansa tenían razón.

En los primeros días de paternidad de Iglesias un dirigente podemita justificaba: «vamos a hacer pocas cosas de momento, claro». Que nadie se llame a engaño. Ni aún haciendo mucho, Podemos podrá ya asaltar los cielos cuando Pablo vuelva.

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