¿Colonizar el campo de Gibraltar?

Gibraltar es una colonia por más vueltas que le den

José María Carrascal

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Obsesos, como estamos, con el problema catalán, mucho me temo que perdamos para siempre la batalla diplomática y bélica más vieja de nuestra historia: Gibraltar. El brexit abrió la posibilidad de resolver ese contencioso de tres siglos, en los que no hemos hecho otra cosa que retroceder. Pero si el Reino Unido sale de la Unión Europea, Gibraltar sale con él y volveremos a tener el control de esa frontera, como Bruselas ha dictaminado: todo acuerdo sobre ella tiene que contar con el visto bueno de España. Puede imaginarse el susto que se llevaron los gibraltareños, acostumbrados a vivir de España bajo el paraguas inglés. Lo mejor de ambos mundos. Sin que a Londres molestase que le estamos pagando su colonia en un lugar estratégico.

Pero los gibraltareños se han movido, los ingleses se han movilizado y nosotros seguimos retrocediendo. Por lo pronto, hemos aceptado que en esas negociaciones no se aborde el tema de la soberanía, que es básico. Luego, que tampoco se aborde el del aeropuerto, en suelo español nunca cedido, y, por último, que Gibraltar figure en un anexo al acuerdo del brexit, no dentro de él, como la frontera de Irlanda del Norte y Chipre, que son casos muy distintos.

Pues Gibraltar es una colonia por más vueltas que le den, y la única disposición internacional válida sobre él es la de la Asamblea General de la ONU del 19-XII-1967, en la que, tras «considerar que toda situación colonial que destruya la unidad nacional y la integridad territorial de un país es incompatible con los propósitos y principios de la Carta de Naciones Unidas», invita a los gobiernos de España y Gran Bretaña «a reanudar sin demora las negociaciones para poner fin a la situación colonial de Gibraltar, salvaguardando los intereses de la población» a lo que España se ha comprometido. Como testigo de aquella sesión debo advertir que los ingleses echaron toda la carne en el asador para que se dijera «los deseos» en vez de «los intereses» de la población, pero no lo consiguieron. Son colonos e intentan seguir siéndolo. Mi gran temor es que lo consintamos, ya que, entre los asuntos a discutir con Londres figura, «como fundamental», cito a Pedro Sánchez, «los derechos de los ciudadanos en Gibraltar y en su Campo, así como el desarrollo socioeconómico del mismo». Es en lo que estamos. Gibraltar tiene prácticamente comprado su entorno y buena parte de Andalucía, por algo cuenta con la tercera renta per capita del mundo, y su objetivo es mantener un «tráfico fluido» por la Verja para que pueda pasar todo y todos, incluidos los que viven en Sotogrande con oficina en el Peñón. Lo que significaría que, con el brexit, en vez de la españolización de Gibraltar, tendríamos la gibraltarización de su Campo. Triste final de un evento que empezó con una guerra de sucesión para devenir en secesión, por la incuría de nuestros dirigentes. Digo incuria porque, en otro caso, sería alta traición. Y ahora que tenemos la oportunidad de repararlo, más.

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