EDITORIAL ABC

Una «Catalonia» aislada y asfixiada

El fracaso de Junqueras al intentar captar inversión de la banca internacional para sostener una hipotética República Catalana supone otro fiasco exterior del separatismo

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La supervivencia económica de una hipotética república independiente catalana sería inviable, tal y como revela hoy ABC, sencillamente porque las vías de financiación de un proyecto secesionista estarían absolutamente cegadas. No se trata de criterios políticos o ideológicos del Gobierno de España, o del ámbito internacional, que claramente ha dado la espalda al chantaje independentista. Se trata estrictamente de un puro sentido analítico e inversor basado en datos objetivos y en cifras concretas, según ha podido constatar Oriol Junqueras de boca las principales cabeceras de la banca inversora internacional. Los cálculos no dejan lugar a la duda: hoy, el Tesoro español se financia a un coste del 0,74 por ciento, un nivel históricamente bajo gracias a la confianza, credibilidad y estabilidad que ofrece España.

Es previsible que el país crezca a final de año al 3,2 por ciento; somos un socio fiable que está encabezando los índices de la recuperación económica en toda la UE. En cambio, una Cataluña hipotéticamente independiente saldría del baremo de los mercados internacionales, pondría su contador a cero, y tendría tal grado de insolvencia y falta de credibilidad que la banca inversora tendría que financiarla a intereses superiores al 9 ó 10 por ciento para poder sustentarse. Y acumularía tal grado de deuda que sería su ruina sin siquiera haber empezado su camino político. Esta ha sido la respuesta obtenida por la Generalitat después de diversas gestiones realizadas por Oriol Junqueras, por ejemplo, con Goldman Sachs, JP Morgan o Morgan Stanley. La exploración ha resultado fallida porque lo planteado por el Gobierno catalán es un suicidio que no merecen los catalanes. Nadie estaría dispuesto a invertir en una Cataluña independiente si no mediase antes un pacto tácito con el Gobierno español para una separación de común acuerdo. Y como eso es impensable e ilegal, los bancos de inversión no jugarán a tirar el dinero a la basura. Sencillamente, una Cataluña independiente sería insostenible y se ahogaría en su propio charco de chantajes y absurdas ambiciones.

Junqueras es consciente de la realidad que espera a la Generalitat en esta insensata carrera hacia un referéndum ilegal. El ánimo provocativo de la Generalitat, apelando incluso a la presencia de «tanques en Barcelona», como dijo irresponsablemente Puigdemont, tiene un camino muy corto: el de la legalidad. No hay acuerdo posible que concluya en una secesión y, por tanto, cualquier conducto alternativo no solo podrá ser delictivo, sino que no encontrará sustento económico. Una nación aislada no puede ser la opción de ningún catalán apegado al sentido común. Puigdemont ha prometido financiar los sentimientos y emociones, pero es una mentira como cualquier otra porque la banca de inversión cerrará la puerta a cualquier conducta subversiva, sediciosa e inútil.

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