Casado y la «curva de laffer»

Un Estado con menos peso y una bajada generalizada de impuestos, su apuesta

Pablo Casado, Presidente del PP EFE
María Jesús Pérez

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Ahora que la gestión de España vuelve a estar bajo el yugo del pensamiento progresista que confía el aumento del gasto en pro del crecimiento económico, aparece luz al final del túnel en la figura del nuevo líder del Partido Popular, Pablo Casado, y su apuesta clara por la que se conoce como la «Curva de Laffer». El economista estadounidense Arthur B. Laffer, gurú del «reaganismo», explica desde hace décadas que una reducción de impuestos acarrea una mayor recaudación a base de disparar la actividad económica, reduciendo además el peso específico del Estado sobre esta. Laffer pensaba que si el Estado cobrase el 100% de lo ganado en impuestos, no recaudaría nada porque nadie querría trabajar para que todo su dinero se lo llevase el Estado. Aunque también pensó, sí, que si el Estado cobraba el 0% en tributos, no recaudaría nada.

Partiendo de esas premisas, Laffer consideró que debía haber un punto óptimo donde se recaudase lo máximo cobrando lo mínimo posible. En España esta teoría la defendió a capa y espada el propio Aznar como presidente. Y la puso en práctica su elegido en lides fiscales: Montoro. A continuación, tras el Gobierno socialista del «manirroto» Rodríguez Zapatero -con subida de impuestos-, fue precisamente Montoro quien se vio obligado a hacer todo lo contrario a lo prometido en precampaña y tuvo que subir el IRPF en 2012 con el objetivo de arreglar el desaguisado de déficit sin fin heredado. Pues bien, un año después del impuestazo con el que arrancó la legislatura Rajoy, la recaudación por IRPF no solo no había aumentado sino que se había reducido en 850 millones de euros.

Y en estas que, tras el asalto al poder por moción de censura de Sánchez, se instala en el país el comando del gasto keynesiano, poskeynesiano o antineoliberal -más bien, este último término- y anuncia que desenterrará la tesis del alza fiscal para los «malos» -los ricos, como ellos venden-. Impuestos a las tecnológicas, a la banca, medioambientales, y alzas en IRPF y sociedades... Pues ¡cuidado con «gripar» el motor con tanta gasolina fiscal! Antilaffer total, vaya.

Mientras, el flamante presidente popular se apoya en un nuevo equipo neoliberal con un economista de cabecera firme defensor de dicha Curva: Daniel Lacalle, respaldado quizás por el incombustible Manuel Pizarro y por el factor integrador que supondría la exministra Fátima Bañez -número dos de Sáenz de Santamaría-, por su incuestionable capacidad de interlocución con los agentes sociales. Nacerá así un programa económico con el que rematar el legado inconcluso de Rajoy, que devolvería a los ciudadanos los réditos logrados tras los esfuerzos realizados durante la crisis en forma de bajada generalizada de impuestos: acabar con el de Patrimonio y de Sucesiones, bajar Sociedades al 10% (hoy, 25%); olvidar el de banca y tecnológicas... Laffer, a tope.

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