Algo huele a podrido en Alemania

La corrección política ha corrompido al periodismo alemán

Hermann Tertsch

Esta funcionalidad es sólo para registrados

La prensa alemana respiro aliviada. Toda ella, al unísono. Todos informaban, casi se percibía la satisfacción en las letras, que el autor del atentado con una furgoneta que sembró ayer la muerte en Münster era un loco alemán. «El autor es Jens R. del Sauerland». No era un refugiado musulmán invitado por Angela Merkel. Casi se oye el suspiro de alivio. Hasta los muertos parecen importar ya menos. Sin consecuencias políticas. Solo un disgusto. Pintaba mal, porque estos atentados no se puede ocultar como otros delitos, violaciones y acosos que la prensa alemana cubre con el discreto manto de la corrección política. Para evitar bajas pasiones como el racismo. Para impedir que se aprovechen «los malos» que no son los criminales, dicen, sino quienes pretenden sacar «beneficio político» del crimen. Los medios alemanes se han homogeneizado bajo Angela Merkel hasta dar miedo. No porque lo imponga la canciller. Sino porque bajo ella el clima de la corrección política ha alcanzado cotas de negación de la realidad que evocan a aquella prensa de la RDA en la que creció. Con tanta obediencia y ganas de estar dentro, muy dentro, del rebaño.

Todos los medios ocultaron los sucesos de Colonia y otras ciudades en la Nochevieja de 2015. Casi todos atacan al unísono a cualquier intelectual que diga que «el rey está desnudo» y que la inmigración y los refugiados han destruido formas de vida y la seguridad en partes de Alemania, sobre todo para los más pobres. Atacan a quien se atreva a decir la verdad y no cejan hasta destruirlo. A autores como Sieferle, que se suicidó, a Tellman, a Sloterdijk y hasta a Safranski en cuanto sugieren que algo huele a podrido en la Alemania del consenso socialdemócrata. Donde se prohíbe la verdad en aras de la armonía. El alivio general ante la noticia de que no hay que inventar una locura de un refugiado porque tienen un loco alemán es casi ofensivo. En los medios y en los políticos. Esta vez no tendrán que tachar de «ultraderecha» todo lo que señale verdades incómodas. ¡Que ruina periodística!

El fracaso moral e intelectual de los medios alemanes lo hemos sufrido los españoles estos días en propia carne. Desde hace años se da esta deriva hacia una prensa uniformada militante en favor del «Bien» y en cruzada «contra los males de la derecha». Contra la derecha y contra el derecho. La falta de respeto a la verdad que han mostrado los medios alemanes en la cuestión de Cataluña estos días no es casual. Es depravación habitual. Decidieron que el golpismo de Puigdemont era el refugiado y España «la derecha». Establecidos los dos polos del Bien y del Mal, ninguna verdad ni argumento podía impedir una defensa cerrada del delincuente y una condena unánime de quien reclama derecho. A esta perversa deriva del periodismo de ocultar lo que no conviene al Bien, se suman los políticos. Y no resisten todos los jueces. Ni en Alemania ni aquí.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación