Antonio Burgos

¿Te acuerdas de Iberia?

Así que a ver si dejamos de hablar tanto de Gibraltar y empezamos con este indignante Gibraltar con alas

Antonio Burgos
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Hubo un tiempo en que España tuvo una compañía aérea de bandera. Que suena a toro de bandera, a mujer de bandera. Y la compañía lo merecería, porque era Iberia. Las alas de España, con su corona real como símbolo de nuestra nación rematando la cola. Pero ya hasta la corona se la han quitado. Y ha quedado como una sucursal de British Airways, su verdadera dueña. Que se quedó con las mejores rutas del mapa de las que eran presentadas como «Líneas Aéreas de España» y eran un símbolo volante de nuestra Patria. En cualquier aeropuerto del mundo subías a un avión de Iberia y sabías que estabas pisando un trozo de España. Pero, hijo, mucho protestar contra Gibraltar, que si el Peñón no es español, y hemos perdido algo más simbólico aún de nuestra nación, como es Iberia, donde mandan los ingleses y donde los españoles somos tratados al menos como habitantes de la antiguas colonias de ese Imperio Británico.

Les escribo desde Londres, y no sé cuándo llegaré a Sevilla. Que no es que esté lejos, como decía El Gallo, sino que lo que está lejos es Londres. Sevilla está donde tiene que estar. Usted ha oído hablar mucho de la niebla de Londres, ¿no? Bueno, por la niebla y por lo que no es la niebla, estoy arriado en Londres por culpa de British Airways. Que el lunes por la mañana me puso un correo electrónico diciéndome que mi vuelo directo con Sevilla estaba cancelado. Y Sanseacabó, que dice Curro Romero. Daba en el mensaje enlaces y números de teléfonos, todos en inglés. Menos mal que está ahí una parte de Iberia, el antiguo Club Fiesta, ahora «Singular», que de una llamada de teléfono ¡en español! me reubicaron de vuelo, vía Madrid (British) y tardecito.

Llegamos a Heathrow para tomar un vuelo de Iberia de los llamados «de código compartido», esto es, un vuelo totalmente de British, que tardó años en aparecer en una pantalla llena de cancelaciones. Subimos por fin al avión, que oficialmente era el BA 464, y pusimos rumbo a Madrid, donde a las mil y monas me esperaba un Iberia Exprés maravilloso para Sevilla. Pero no llevábamos ni media hora de vuelo, cuando un señor salió por la megafonía hablando en inglés, que nos quería decir no sé qué cosas, como canta María Dolores Pradera. La cosa era que aquello había olido a quemado y que nos teníamos que volver a Londres ante la avería.

Y allí fue ella. Nadie explicó nada en español en un vuelo que era «de código compartido con Iberia». Gracias a viajeros que chamullaban el inglés, que no gracias a la antipática tripulación, supimos que no sabían si nos cambiaban de avión o arreglaban la avería. Todo en inglés, lengua que no comprendo «ni Dios lo permita», que decía Lola Flores. Total, que nos desembarcan, nos hacen salir como si viniéramos de fuera, pasar el control de pasaportes, llegar a la salida e... ¡intentar volver a entrar! Solos. Sin una azafata acompañando. Tirados.

Perdimos el vuelo de Madrid, si es que lo hubo, donde iban las maletas. No nos dejaron pasar el control de seguridad de vuelta, porque la tarjeta de embarque ya estaba usada y no nos dieron un nuevo cartón de escala a bordo. Y ya perdidos y fastidiados, ésta es la hora que nos han dado un vuelo nuevo directo para Sevilla, en la tarde de este martes. Me he acordado de la madre de los Machado: «¿Cuándo llegaremos a Sevilla?». Ni nos dieron bono de pernocta en hotel ni Cristo que lo fundó. Búscatelas por tu cuenta, y sin maleta. Maltratados por British Airways como negros de las colonias. A los monos del Peñón los tratan mejor que a los antiguos usuarios y partidarios de Iberia, como servidor. Ni un solo aviso en español en toda la odisea «de código compartido». Así que a ver si dejamos de hablar de Gibraltar y empezamos con este indignante Gibraltar con alas en que British Airways ha dejado a nuestra querida Iberia, es decir, a nuestra España querida.

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