La EPA desafía a Sánchez e Iglesias

El Gobierno de Pedro Sánchez tiene en la Encuesta de Población Activa publicada ayer un buen indicador para trazar, a modo de guía, la línea que separa la demagogia de la responsabilidad. El frenazo registrado en el mercado laboral a lo largo del año pasado, con la menor cifra de creación de empleo desde 2013 pese a la sorprendente mejoría del último trimestre, debe servir al Ejecutivo de Sánchez e Iglesias para reflexionar sobre su proyecto económico, basado en el intervencionismo y el aumento de la fiscalidad a las empresas, una persecución de carácter dogmático que en nada contribuye a la generación de empleo y que, al contrario, extiende la sombra de la desconfianza entre los inversores. Los «viernes sociales» con que se cerró la anterior legislatura y los guiños populistas al electorado de izquierda quizás hayan rentabilizado en las urnas la apuesta del PSOE, pero han retraído el consumo y la contratación, en la que ya se aprecian las consecuencias de una subida del salario mínimo -denunciada ayer mismo por Guillermo Fernández Vara- que ha hecho mella entre los autónomos y las pequeñas empresas. El modelo impulsado por el PP en Madrid, donde el índice de desempleo se sitúa ya por debajo del 10%, no solo revela las virtudes de unas políticas que han incentivado la riqueza y el empleo, sino que representa un espejo en el que Sánchez e Iglesias pueden mirarse.

El menor crecimiento previsto para los próximos ejercicios va a repercutir aún más en un mercado de trabajo que el Ejecutivo social-comunista puede utilizar para sus propios fines, como no ha dudado en hacer desde su formación, o para asumir sus obligaciones con unos desempleados que corren el riesgo de convertirse en rehenes de su populismo. La EPA muestra la radiografía de un país que lucha por generar riqueza y empleo pese a las fábulas populistas de Sánchez e Iglesias.