Francico Rodríguez, exalcalde de Orense, tras declarar ante la juez detenido en la «Pokemon» en 2012
Francico Rodríguez, exalcalde de Orense, tras declarar ante la juez detenido en la «Pokemon» en 2012 - efe

Puntilla a un mandato del concello al juzgado

La detención del exalcalde de Orense, Francisco Rodríguez, en septiembre de 2012 precipitó una sucesión de escándalos que condicionó la vida municipal de la ciudad

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La ciudad de Orense se vio sacudida en este último mandato municipal (2011-2015) por la intervención judicial del consistorio. Todo comenzó en septiembre de 2012 con la detención del exalcalde socialista Francisco Rodríguez en el marco de la «operación Pokemon». Desde ese momento el equipo de gobierno se fue desmoronando a la par que se rompía la coalición de socialistas-nacionalistas. Ya nada fue igual, y lo que parecía un presagio de cambio consolidado en la tercera ciudad gallega, se convirtió en una agonía derivada de las denuncias judiciales, la presión de la oposición política y las investigaciones derivadas de la gestión de la crisis por los ediles.

La paradoja del Ayuntamiento es que a la par que las imputaciones individuales, se produjeron imputaciones colectivas de los miembros de la junta de gobierno.

Muy pocos quedaron a salvo de la acción investigadora de la Justicia y los distintos procedimientos se cobraron piezas como la concejala de Urbanismo, Áurea Soto, o el propio regidor de la ciudad, Francisco Rodríguez.

Las aceras del alcalde

Los casos tienen distinta naturaleza, afectan a diferentes ediles y reciben nombres de lo más curioso: «caso del Matadero», prevaricación por conceder licencia para el derribo de un muro; «asistencias técnicas», prevaricación y malversación por enchufes de personal externo contratado; «ayuda a domicilio», se estudian las contrataciones y el pago de los servicios; «calle Bedoya», presunto delito de prevaricación por la adjudicación de una obra; «plaza Paz Novoa», prevaricación por la concesión de una obra sin publicidad; «aceras de la casa del alcalde», se estudia el pago de unas obras de urbanización a costa de los fondos del Plan E... La lista se completa con casos como la «operación Pokemon» y el nombramiento de Carmen Dacosta como directora de Recursos Humanos del Concello.

Lejos de establecer un cortafuegos, desde el inicio de la crisis judicial el gobierno local actuó defendiéndose y se consideró víctima de un ataque de la oposición y de «una instrumentalización de la Justicia». La seguridad del alcalde en la inocencia de los suyos provocó intervenciones de Agustín Fernández ante líderes federales socialistas como Pedro Zerolo, Pedro Sánchez... en las que hablaba «de un campo de minas para acabar con la transformación urbanística y social de Orense». También en una entrevista reciente con ABC, el regidor aseguró que «no va a haber una sola condena por corrupción» y reiteró que «el mejor alcalde de la ciudad ha sido Francisco Rodríguez». Sin embargo, el candidato socialista, José Ángel Vázquez Barquero, rechazó incluir candidatos imputados en sus listas electorales y ahora se ha visto sorprendido por esta decisión de la Fiscalía que puede condicionar su candidatura a la Alcaldía.

Violencia verbal

La constante presencia en el juzgado de los ediles socialistas orensanos se simultaneó con un férreo marcaje de la oposición. Cada pleno se convirtió en una especie de rendición de cuentas en los que sobrevolaba la sombra de la sospecha y la defensa numantina del alcalde. Todo se sazonaba con expulsiones del salón noble y cruces de insultos y descalificaciones entre los miembros de la corporación.

El desarrollo de las investigaciones ha liberado al regidor de algunas imputaciones como la urbanización de la calle Bedoya, pero se mantienen focos importantes abiertos como la ayuda a domicilio o la «operación Pokemon». Además, la crisis municipal va pareja a una quiebra de la organización socialista orensana. Alineados en dos grupos irreconciliables, la división es visible y propicia incidentes como la suspensión de militancia de cinco concejales, las ausencia de notables en actos de partido o declaraciones plagadas de reproches.

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