El alcalde de Orense, Agustín Fernández Gallego, durante la entrevista con ABC
El alcalde de Orense, Agustín Fernández Gallego, durante la entrevista con ABC - brais lorenzo
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Agustín Fernández: «Me molesta la posición del PSOE en relación a los asuntos judiciales»

El regidor sostiene que «el ayuntamiento está saneado, con un enorme potencial económico y se ha convertido la beneficiencia en un derecho»

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Llegó a la Alcaldía por accidente. Administra una situación complicada derivada de la detención de su predecesor, la fisura en su gobierno y la imputación de varios de sus colaboradores. Agustín Fernández Gallego se va con la seguridad de que siempre ha actuado conforme a la ley.

—¿Le ha dado tiempo en dos años a asumir su condición de alcalde? ¿Se imaginó algún día que podría ocupar el lugar que ocupa?

Creo que la condición de alcalde la asumes inmediatamente porque te absorbe por completo las 24 horas del día y en seguida te implicas en los problemas del día a día, en las demandas vecinales. En cuanto a la responsabilidad que desempeño, la verdad es que no. Yo era concejal y un mandato de 8 años es más que suficiente para desempeñar una función en la actividad municipal y, la verdad, cuando aconteció el cambio de alcalde por lo que supuso la operación Pokemon, tenía mi objetivo puesto en culminar el segundo mandato en las funciones que venía desarrollando y dar paso a nueva gente y a nuevos equipos.

—Ha administrado una situación muy complicada y, sin embargo, no ha tenido usted la tentación de continuar y convertirse en el candidato del PSdeG-PSOE ¿Por qué lo ha hecho?

Eso fue una decisión en la que intervinieron muchas variables. Yo, valorando el conjunto de circunstancias, entendía que debía haber un cambio. Fue un poco el conjunto, yo en aquel momento tenía tres imputaciones. Siempre he defendido la presunción de inocencia, ahora me encuentro conque las tres están archivadas y por eso repito que se pueden producir daños irreparables. Yo no soy capaz de considerar a alguna de ellas determinante. La denuncia como arma de oposición y el hecho de tres asuntos en los que estaba imputado iban a poner muy difícil esa candidatura.

—¿Se sienten un poco fracasados como impulsores de una alternativa regeneracionista en Orense? ¿Comprende que el electorado que apostó por el cambio se sienta frustrado?

Yo creo que no. Fuimos capaces de quebrar una mayoría absoluta de 12 años del PP, en el 2011 fuimos quienes en plena debacle del PSOE conseguimos de los mejores resultados a nivel nacional. Creo que después de haber vivido la peor crisis económica de la historia, vamos a dejar un ayuntamiento muy saneado, con un enorme potencial económico, transformamos los barrios de nuestra ciudad. Creo que en el ámbito del bienestar logramos convertir la beneficencia en un auténtico derecho y no se nos puede reprochar nada en el urbanismo. Vamos a dejar un nuevo plan urbanístico casi a punto. Sé que perdimos fortaleza por la perdida de la mayoría absoluta, pero a lo largo de estos ocho años dejamos un legado positivo.

—Sin embargo, la detención del anterior alcalde, las sucesivas imputaciones de sus colaboradores son síntoma de que algo no va bien. ¿Esto es difícil de digerir y de explicar a los ciudadanos?

— Yo ahí me pongo como modelo. Soy un profesional que trabajé 30 años en mi actividad profesional, y yo he sido imputado tres veces, sufrí lo que se busca con estas denuncias pasillo judicial y martirio mediático. Sin embargo, las causas fueron archivadas.

—La enumeración de las políticas desplegadas desde el gobierno son el ejemplo de las apuestas del municipalismo tal como lo entienden los socialistas. Precisamente por esto, las acusaciones son de mayor gravedad al planear un enriquecimiento de los gestores públicos.

— Eso no es cierto, en ninguno de los asuntos que haya estado imputado este gobierno se analiza que haya habido enriquecimiento injusto. En los servicios sociales, la asistencia a domicilio, se habla de una comprobación de si se pagaron unos servicios que se prestaron efectivamente o no. Estamos discutiendo un tema administrativo y nadie se ha enriquecido con él. Yo lo que pido es que tengamos paciencia porque, si no, subvertimos la voluntad popular.

—¿Entonces ha habido una conjura mediática y judicial contra el gobierno del PSdeG?

— No ha habido ni conjura mediática, ni judicial. Sí creo que la denuncia judicial ha sido utilizada como arma política instrumentalizando a la administración de justicia y buscando un interés particular. Igual que todos conocemos a algún empresario que utiliza la denuncia para desgastar a un concejal o a un gobierno, en concreto el caso de la concejala de Urbanismo. Recuerde que no ha habido ninguna condena en firme.

—En Orense con la victoria socialista todo comenzó bien, pero casi todo acabó mal. ¿Es consciente que han pasado de ejecutar una política ofensiva desde el punto de vista de la transformación de la ciudad a una política de resistencia para defenderse a sí mismos?

— No. De verdad que no. Desde hace dos años hemos perdido fortaleza en consolidar esos cambios, pero no se han dado pasos atrás. Yo reconozco que el gobierno socialista ha hecho cosas que no fueron acertadas, incluso nuestras discrepancias internas, pero qué cambio de esos iniciados no se ha consolidado, como mucho puede haberse ralentizado. Yo lo que sí tengo que reconocer es que la «operación Pokemon» nos restó fortaleza, porque perdimos la mayoría absoluta. Yo creo que el hecho de que el BNG abandonase nos restó capacidad para seguir a una velocidad de crucero, pero la imagen de una ciudad de cambio se mantiene.

—Sin embargo, usted ha dedicado tiempo y energía a defender nombramientos ilegales como el de la directora de Recursos Humanos, Carmen Dacosta.

— No creo que sean cosas contradictorias. En el día a día el alcalde piensa en los proyectos en curso. El tema de un nombramiento de un director general, yo creo que son cuestiones secundarias, y que no desgastan. Lógicamente las denuncias te desgastan, yo ahí sí reconozco que no debes distraerte, esto te saca de la dinámica del día a día. A mí me llama la atención como un concejal [el alcalde menciona sin nombrarlo al portavoz de Democracia Orensana, Gonzalo Jácome, que se convirtió en un ariete judicial contra el gobierno] bombardea a diario al ayuntamiento y a veces nadie defiende a los concejales y a los trabajadores públicos.

—¿Volvería a nombrarla?

En el ámbito del personal, una persona como Carmen Dacosta o de su perfil es imprescindible. Aquí se habla mucho del tópico de la corrupción y estoy convencido de que este concello no va a haber una condena por haberse metido dinero en el bolsillo.

—Usted es militante del PSdeG-PSOE. ¿Tiene el convencimiento de que está en el mejor partido político? ¿ Está dónde quiere estar?

—Yo soy afiliado, no soy un histórico, pero sí me encuentro a gusto. En cualquier partido siempre va a haber discrepancias. Lo que pasa es que hay que saber canalizarlas en la dirección adecuada. En cualquier organización es bueno discutir hasta la saciedad y remar en la misma dirección y esto es uno de los retos del PSdeG. He manifestado que si hay una cosa que me molesta es la posición del partido en relación a los asuntos judiciales. El código ético dice lo que dice y después parece que hay quien quiere apuntarse el tanto de que en mi lista no habrá imputados, yo creo que es un error, una falta de respeto a los que han estado gobernando.

—La guerra de clanes es histórica en el PSOE orensano. ¿Se trata de una predisposición genética? Llama la atención que militantes históricos y resistentes como Rodríguez Penín estén suspendidos, también los «dedazos» con los que se han elegido en el pasado a los candidatos.

—No creo que sea un tema genético el problema del partido. Podemos analizar lo que pasa en UPyD, las mareas... En todas las organizaciones hay fuerzas con discrepancias. Deben ser adecuadamente administradas, lo fundamental es que al final alguien va a salir ganador. Yo creo que la lealtad debe primar, y los concejales suspendidos no fueron leales en un determinado momento. Mientras Paco Rodríguez no se vio afectado por la «operación Pokemon», el partido y el gobierno tenía más cohesión. Esto debilitó al gobierno de una forma injusta.

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