Doña Elena, castiza y sentimental

Una Infanta apartada, hace ya tiempo, del núcleo puro y duro de la familia real, pero ella sigue fija en sus apegos de mujer sentimental, y se va a ver al padre cuando nadie va a ver al padre

Doña Elena junto al Rey Juan Carlos

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Yo diría que hay una Infanta Elena antes de Jaime de Marichalar, y otra después. Entre una y otra, queda la Infanta de elegancia , o distinción, que no se logra con tres harapos de oro, sino que proviene de una actitud, o afinamiento, que los estetas, llaman figura, o clase. Don Jaime y Doña Elena promovieron el ejemplo de una pareja elegante , con la distinción medida en la adversidad y, naturalmente, en la buena ropa. Arriesgaríamos que Don Jaime «amarichaló» a Doña Elena, que es como decir que la afrancesó. Hasta entonces, o sea, mucho tiempo atrás, la Infanta Elena era una chica a la que la calle no adornaba de criatura muy despierta, precisamente, mientras su estampa cargaba una sastrería tirando a equivocada, con todo el escalofriante barroquismo de las bodas latinoamericanas, entre los volantes locos y las sobrefaldas feroces.

Aludo a la ropa porque la ropa es un lenguaje, y vestir es decir. Con el tiempo, y la renovada soltería, como que ha perdido algo de la aventura del armario exótico. Eso, y que la vemos menos. Pero la Infanta es la hija del Rey , y la mamá de Froilán, y la hermana de Felipe VI . Un día declaró el cese temporal de la convivencia con Marichalar, y lo temporal iba para siglos. Siempre fue popular, castiza, y de afición taurina. Hasta donde se sabe, es la única que ha visitado al Rey Juan Carlos en sus lejanías.

Doña Elena

Durante el confinamiento riguroso, la Infanta Elena se echó a cantar «Resistiré» , en una conexión con unos amigos, y el vídeo se hizo viral. De modo que a lo suyo se asomó media España, como poco. Fue como un discurso de navidad pero en versión canción, y fuera de fecha.

Doña Elena ya está en esa edad difícil y asombrosa en la que si te miras en el espejo ves a tu propia madre. Pero de pronto se arranca a jugar al karaoke, vía internet, y parece una chavala que persigue entretener a sus amigas alegres. Es una Infanta apartada, hace ya tiempo, del núcleo puro y duro de la familia real, pero ella sigue fija en sus apegos de mujer sentimental, y se va a ver al padre cuando nadie va a ver al padre. Usó mucha pamela, y ahora la pamela va por dentro.

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