Eva Granados - Tribuna Abierta

Ni tuya ni mía: nuestra

«El consenso sobre lo que debería de ser la CCMA se ha roto. TV3 y Catalunya Ràdio sufren un sesgo preocupante»

Lo dice la ley: la principal misión de la Corporación Catalana de Medios Audiovisuales (CCMA) es «ofrecer a la ciudadanía de Cataluña un conjunto de contenidos audiovisuales orientados a la satisfacción de sus necesidades democráticas, sociales, educativas y culturales, garantizando de manera particular el acceso a una información veraz, objetiva, equilibrada, a las más amplias y diversas expresiones sociales y culturales y a una oferta de entretenimiento de calidad».

El consenso sobre lo que debería de ser la CCMA se ha roto. TV3 y Catalunya Ràdio sufren un sesgo preocupante. Lo decía su actual director: «TV3 es un instrumento, una estructura de Estado, un gran artefacto político». Esta es la idea que tienen sus directivos.

No hay veracidad cuando las noticias se omiten o son incompletas. No hay objetividad o neutralidad cuando los profesionales hacen valoraciones personales o editorializan sobre las noticias. Ni hay equilibrio cuando los colaboradores habituales de TV3 y Catalunya Ràdio son los «hooligans» del «procés», y vierten a diario ataques contra unos y alabanzas hacia otros. Se confunde libertad de expresión con derecho a tergiversar, y ¡con el dinero de todos!

Los actuales responsables de la televisión y la radio públicas incitan la división de la sociedad. Sí, señor Sanchis, los medios públicos deben ser un artefacto, pero no ideológico, sino de convivencia, de defensa de la veracidad y del rigor, de la neutralidad y de la pluralidad. Sólo así, serán unos medios al servicio de la ciudadanía de Cataluña.

El problema no son TV3 ni Catalunya Ràdio, medios que deben recuperar el espíritu fundacional de pluralidad, de cohesión, de representatividad. Han sido, y han de ser, escuela de periodistas, plataformas de difusión del talento y de impulso audiovisual catalán. El verdadero problema son los que convierten la CCMA en un juguete ideológico, los que sirven para intereses partidistas, despreciando su esencia pública y perdiendo el respeto a la ciudadanía. Por todo ello debemos recuperar TV3 y Catalunya Ràdio para la democracia, para que todos y todas las podamos volver a ver y escuchar y sentirlas de verdad nuestras. Y también queremos sentir nuestra RTVE, que sufre los mismos males.

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