Arrimadas se juega este lunes su poder en un doble cónclave que definirá el futuro Ciudadanos

El partido naranja se debate entre la refundación o forzar la dimisión de su líder y un congreso extraordinario

Arrimadas, la semana pasada en su escaño del Congreso junto a Edmundo Bal EFE
Juan Casillas Bayo

Juan Casillas Bayo

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Un panorama nebuloso rodea el futuro de Ciudadanos (Cs) y de su líder, Inés Arrimadas. La persistente crisis que atraviesa el partido, cronificada desde el 10-N de 2019, no solo está lejos de disiparse, sino que amenaza con truncar para siempre a la formación que nació en 2006 para combatir el nacionalismo y cuestionar el bipartidismo. La desaparición en Andalucía es solo el último síntoma de una enfermedad que carcome la tentativa más reciente de liberalismo en España.

El número 253 de la madrileña calle de Alcalá, la sede nacional de Cs, último vestigio de su época de bonanza, acoge este lunes dos citas claves para el porvenir del partido. Primero se reunirá el Comité Ejecutivo, la dirección ampliada, y después lo hará el Consejo General, máximo órgano entre asambleas. De ese doble cónclave dependerán los pasos inmediatos de Cs, una semana después de que Arrimadas anunciase el inicio de una refundación en la que se someterán a juicio la marca, las políticas, las prioridades y el liderazgo de la formación. Está por definir aún con qué mecanismo , porque la ejecutiva prefiere buscar fórmulas que no impliquen celebrar ahora una Asamblea General.

Esa refundación, que horas antes de la intervención de Arrimadas en Onda Cero negaban sus vicesecretarios generales, Edmundo Bal y Daniel Pérez Calvo, ha calmado las aguas en ciertos sectores de Cs, pero otros siguen en pie de guerra contra «una tríada» que no ha sabido, critican miembros de la dirección en conversación con ABC, tomar las decisiones pertinentes para dar oxígeno a Cs en un momento de máxima debilidad.

«La situación es insostenible », subraya un miembro del Comité Ejecutivo a este diario. Según esta fuente, existe un clamor interno para que Arrimadas presente su dimisión y convoque una Asamblea General extraordinaria para que los afiliados elijan una nueva ejecutiva. Para la refundación, sostiene, «no hay tiempo material».

Esto, no obstante, es rebatido por otras fuentes consultadas por este periódico, que sí consideran «viable» una refundación, «como se ha hecho en otros partidos europeos», pero que también subrayan que el proceso debe ser sincero y abierto, y no una cortina de humo para ganar tiempo.

Desde el entorno de Arrimadas garantizan que no será así y que lo que propondrá la líder hoy no es una mera «convención nacional», como la celebrada el verano pasado, sino un proceso transformador que tendrá un calendario definido. Personas de la máxima confianza de Arrimadas transmiten a ABC que ella está «preocupada» –un adjetivo que elevan a «hundida» dirigentes críticos– y que no se va a «atrincherar» en el cargo si comprueba que una mayoría de sus compañeros no quiere que siga. Aun así, aseguran que está «más enchufada que nunca» y que se ve con fuerzas para luchar por el espacio liberal. Prueba de ello es la cumbre de los liberales europeos a la que asistió en Bruselas la semana pasada, en la que se reunió, entre otros, con el primer ministro belga, Alexander de Croo, y con el presidente francés, Emmanuel Macron.

Tríada bajo sospecha

Por primera vez desde que remodeló su Comité Permanente, el núcleo duro del partido, las críticas no se dirigen solo a ella. También hay cierto resquemor con Edmundo Bal y con Daniel Pérez Calvo, que sustituyeron a los defenestrados Carlos Cuadrado y José María Espejo-Saavedra tras la fallida moción de censura en la Región de Murcia, y a los que algunos dirigentes hacen copartícipes de la errática estrategia de Arrimadas, incapaz hasta ahora de realzar el vuelo. Treinta escaños menos en Cataluña, desaparición en la Comunidad de Madrid y en Andalucía , batacazo en Castilla y León, pérdida de los cuatro gobiernos autonómicos que tenía Cs...

Aun así, en el partido no hay alternativa clara. El único perfil que le hace sombra es el de Begoña Villacís, vicealcaldesa de Madrid, pero en el partido creen que sería «una locura» prescindir de su gran plaza actual para arriesgarse con una apuesta que tampoco garantiza el éxito. Si cuando Albert Rivera dimitió en 2019 nadie dudó de que su sucesora era Arrimadas –tan solo Ignacio Aguado, que amagó con presentarse al congreso, y que esta semana ha pedido su dimisión–, ahora nadie, ni siquiera en privado, se atreve a señalar un futuro líder. Ni siquiera quienes reclaman su cabeza.

En su entorno agregan además el enorme vacío que dejaría en el grupo parlamentario su marcha y defienden que, a pesar de todo, sigue siendo su mejor activo. Pero el partido es estos días una jaula de grillo s , donde hay tantas opiniones como militantes. La incertidumbre se ha instalado especialmente en el Comité Ejecutivo liberal, al que acuden hoy algunos integrantes con ganas de que corra la sangre y otros con talante conciliador y espíritu de escucha.

De momento, eso sí, las especulaciones y pareceres se intercambian sobre todo en privado, a la espera de las dos reuniones orgánicas que marcarán el futuro inmediato de Arrimadas y de Cs. Lo único que comparten los que aún resisten en el partido liberal es su voluntad de evitar un naufragio definitivo que conlleve la inevitable extinción. «Si Inés se va, debe hacerlo con honores», dicen unos. «Aún le queda una última bala», conceden otros. ¿Convencerá?

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