Ciudadanos Galicia: partido irrelevante deja sede fantasma

El cierre del local de los naranja en Santiago, sin actividad en los dos últimos años, es un síntoma más del progresivo apagón del partido, que achaca a un nuevo paradigma algo que va más allá de lo simbólico

La otrora sede autonómica de Ciudadanos Galicia, en Santiago, hace una decena de días ABC
Pablo Pazos

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La escena sorprendió por poco habitual. Último lunes de mayo. Movimiento en la sede autonómica de Ciudadanos Galicia, ubicada en una tranquila avenida del Ensanche compostelano. Un bajo que se caracterizaba por su ausencia de actividad. Solo el color naranja y el logotipo atestiguaban la identidad del propietario. Eso sí, la reapertura de las puertas, el día 30 del mes pasado, no obedecía ni a una rueda de prensa ni a una reunión interna. En el interior no se dejaban ver ni la coordinadora ni miembro alguno del comité autonómico. Eran operarios que se afanaban por desmontar la sede , que ya es historia.

En cuestión de horas quedó prácticamente desmantelada, sin causar mayor revuelo en el barrio que algún comentario casual de transeúntes. Resistieron unos días unas lonas blancas con el nombre del partido, pero se retiraron el pasado jueves. El fin de semana, a través del frontal acristalado, solo se divisaba mobiliario de oficina -mesa y sillas-. « La sede ya no tenía sentido », afirma a ABC Olga Louzao, edil en Lugo y responsable de Organización en la junta directiva de Cs Galicia. Explica que se trata de una «decisión pensada y valorada», fruto de un «cambio de estrategia» con raíces en la pandemia. En aquellos meses Cs Galicia se sumó a una corriente global y pasó a celebrar sus reuniones de forma telemática, algo que, añade Louzao, «mantuvimos en el tiempo», una vez fue remitiendo el virus. «Trasladar a todo el mundo a Santiago, a veces, suponía un problema, mucha gente dejaba de participar por eso», justifica.

Este diario intentó, infructuosamente, ponerse en contacto con la máxima responsable en Galicia, Beatriz Pino, para recabar una valoración.

Desplazarse a Santiago

Louzao defiende el nuevo modelo en el que los actos se trasladan a las agrupaciones, para «acercar el partido», y los encuentros de coordinación ya no son físicos. Que ella y sus compañeros trabajan «todo el día» y cuando llega el momento de reunirse «a veces son las 8 de la tarde». «¿Vas a pedirle a un compañero de Vigo o Cee que se traslade a Santiago?», inquiere. Otra opción era ubicar esos encuentros los fines de semana, pero « todo el mundo necesita también tener su vida , en lo que me incluyo; mi semana es de locos». Y cuando llegan el sábado y el domingo, dice, aprovecha para ponerse al día con asuntos municipales.

La idea de Cs Galicia, abunda, pasa por «hacer mucho más trabajo de cercanía y no tanto trabajo de despacho». «Es mucho más sencillo, nos resulta mucho más cómodo para todos y haces también que la gente trabaje», amplía. «Al final, la sede es un espacio, nada más . Hay muchísimos espacios en los que podemos hacer muchos actos. El espacio más importante es el día a día y que la gente sepa quién es cada representante de Cs en su territorio», apostilla la edil lucense.

Lo que omite el discurso de Louzao es que la ausencia de actividad en la sede, especialmente de puertas afuera, no es achacable a la pandemia. Viene de lejos. «Cuando yo fui portavoz, sí teníamos una actividad un poco más presente », concede. Tras las últimas elecciones autonómicas, en julio de 2020, Cs -en línea con lo que le ha sucedido a nivel nacional- se sumió definitivamente en la irrelevancia en Galicia. Como no cuajó el movimiento de Inés Arrimadas para ‘ir de ganchete’ con Alberto Núñez Feijóo, los naranja, que no aceptaron integrarse en las listas del PPdeG, concurrieron en solitario. Y, en solitario, se despeñaron: un pírrico 0,75% de los votos.

Sin presencia en las grandes instituciones -Parlamento y Diputaciones-, apenas cuentan con un puñado de concejales esparcidos por el territorio. Con Pino en Madrid, Louzao en Lugo y Pepe Araújo en Orense son sus rostros más reconocibles. Resultó sintomático que, cuando en abril del año pasado, se informó de que Araújo entraba en el comité autonómico como coordinador provincial, junto a otros cuatro nuevos miembros, tres de estos fueran simples afiliados. Cs Galicia nunca pudo presumir de músculo, pero su anemia se fue agravando con salidas como las de Mónica Martínez, Montse Lama y Laureano Bermejo. Este último dio un sonoro portazo, entre reproches mutuos. La salida de Lama fue igual de tumultuosa.

Acciones: pocas y sin eco

Sin un responsable de prensa desde hace más de un año, Cs Galicia apenas emite señales comunicativas muy de vez en cuando , fugaces recordatorios de que sigue ahí. Suelen ser iniciativas en O Hórreo que no tienen ningún recorrido. Un puñado de ideas extemporáneas y contracorriente, como la que su coordinadora registró el mes pasado, pidiendo «una reforma de la Constitución que elimine la referencia a ‘nacionalidades y regiones’ en la Constitución española». La última de esas notas de prensa, a las que se pone el cuño no en Santiago, sino en Madrid, reza: «Jóvenes Cs solicita al Consello da Xuventude de Galicia que se opongan al Consell Nacional de la Joventut de Catalunya». Un comunicado clonado de los remitidos en Castilla y León o Murcia.

Louzao defiende que se «sigue trabajando» en el plano institucional y comunicativo. Como mínimo, ese ‘trabajo’ no tiene eco. Cs Galicia pasa absolutamente desapercibido en el día a día . Otra formación sin presencia en O Hórreo, aunque en las antípodas de los naranja, Podemos, trata de suplir su caída en desgracia sacando cada cierto tiempo la cabeza a través de su único activo, Antón Gómez-Reino. El responsable de los morados en Galicia juega hasta donde puede la baza de su condición de diputado en el Congreso. En el caso de Cs, un vistazo rápido a la actividad del último mes de Pino en redes sociales, uno de los pocos escaparates de que dispone para dar visibilidad a sus mensajes, revela más atención al ciclismo que a la política gallega. Llamativo, por más que medien vínculos familiares.

Las elecciones municipales de 2023 volverán a tomar la temperatura a la delegación naranja de Cs. Louzao se aferra a encuestas que apuntan a que mantendrán ediles en Lugo y Orense. Su meta es no perder más representación, y a partir de ahí, valorarán «en qué espacios nos presentamos» . Sin perder de vista las repercusiones para el partido, en su conjunto, de las elecciones andaluzas. Por lo que a Galicia respecta, el cierre de la sede autonómica es el último hito de un encefalograma cada vez más plano. Por más que Louzao vea «positivo» el movimiento y rehúse valorar que se puedan hacer lecturas negativas: «La gente puede interpretar las cosas como le dé la gana».

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