Euclid Tsakalotos, ministro griego de Finanzas
Euclid Tsakalotos, ministro griego de Finanzas - REUTERS

El culebrón griego llega al Rubicón de una deuda impagable

El último Eurogrupo aplazó el próximo desembolso para la reunión de junio

Corresponsal en Bruselas Actualizado: Guardar
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Una década después de que estallase la crisis financiera, en las reuniones del Eurogrupo se sigue discutiendo sobre el rescate griego -el tercero- y de las mismas carencias y disfuncionalidades de la Administración y la economía de aquel país. La última novedad es que en la reunión del pasado lunes los ministros de Economía de la zona euro no se pusieron de acuerdo, pero conforme se acercan las fechas de nuevos desembolsos de deuda se vuelven a escuchar buenos augurios que preludian el enésimo acuerdo. El Fondo Monetario Internacional (FMI), elemento clave en este rompecabezas, ha dado a entender que es posible encontrar una solución en la próxima reunión del Eurogrupo, el 15 de junio.

La diferencia respecto a las fases anteriores de este culebrón interminable es que ahora se está llegando a pinchar hueso, es decir, se habla de un asunto que es a la vez ineludible e imposible: la solución para la deuda.

Hay dos coordenadas irreconciliables, la primera es que la deuda pública que pesa sobre el Estado heleno, un 177% de su PIB, es literalmente imposible de pagar. Y la segunda es que no hay ninguna posibilidad de que el conjunto de la zona euro acepte una quita nominal de esa deuda. Entre esos dos extremos el margen de maniobra es muy estrecho, por no decir inexistente. Pero dentro de ese minúsculo espacio es donde se discuten ahora los términos del futuro inmediato del país.

El Gobierno griego, en manos de los populistas de izquierda de Syriza, ha aceptado llevar a cabo una nueva andanada de recortes en las pensiones y de aumento de la presión fiscal, como le reclaman los acreedores, a partir de 2019 y 2010. Tal como se le pedía, las cuentas públicas se han situado en un superávit primario, es decir, que sin contar lo que dedica a pagar los intereses de la deuda, el Estado ingresa más de lo que gasta. A cambio, el Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE) sigue financiando sus bonos nacionales que de otro modo no encontrarían comprador en el mercado, o deberían pagar intereses estratosféricos. Y, como guinda del pastel, en el acuerdo del tercer rescate, las maniobras el primer ministro Alexis Tsipras lograron que se eliminase la denominación de la «troika», algo que no ha tenido ningún efecto directo ni indirecto, y que se incluyese la promesa de que si cumplían con todas las exigencias, incluyendo el superávit primario, «se discutiría el alivio de la deuda».

El principal aliado de Grecia ha sido inesperadamente el FMI, que siguiendo sus propias medidas estándar sobre el rescate a un país cualquiera, ha dicho que la deuda griega es insostenible y que no vale la pena seguir insistiendo en rescatar nada si no se acepta anular una parte -y no pequeña- del nominal. Frente a ello está Alemania que dice que el Bundestag no aprobará avalar nuevas ayudas a Grecia si no está implicado el FMI y que, por supuesto, la posibilidad de una quita de la deuda griega está completamente excluida.

En la última reunión del Eurogrupo se le hicieron a los griegos algunas ofertas, una de ellas por parte del ministro español, Luis de Guindos, que propuso que el FMI tuviera un papel «intermedio» en el rescate griego, de modo que se pudiera complacer tanto a la organización como a Alemania, pero el ministro griego, Euclides Tsakalotos, dijo que le parecía una solución «imprecisa» y no adecuada a sus expectativas y después de una larga reunión hasta la madrugada, los ministros volvieron a separarse aplazando el eventual acuerdo hasta la próxima reunión.

Ahora el FMI ha hecho saber que si Grecia paga parte de sus recibos a primeros de junio, el acuerdo para que participe en el rescate podría ser posible, lo que a su vez abriría la puerta a que Alemania apruebe los desembolsos que necesita inmediatamente, unos siete mil trescientos millones de euros. Y después seguirá quedando el problema de la deuda.

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