Tokio 2020

Diploma para Cayetano García de la Borbolla y Pablo Martínez en su primera final olímpica

Los sevillanos se vaciaron en una semifinal durísima, con récord olímpico, y no le quedaron energías para la regata definitiva, en la que Cuba fue oro, China plata y Alemania, bronce

Cayetano García y Pablo Martínez, remando las semifinales del C2 1.000 EFE

Sergio A. Ávila

Con 20 y 24 años respectivamente, Cayetano García de la Borbolla y Pablo Martínez Estévez , sevillanos del Club Náutico para más señas, hicieron soñar a España en la madrugada de este martes con lo que habría sido una hazaña para la posteridad. Ya era una gesta entrar en la final del C2 1.000, pero haberla competido de igual a igual dos horas después de un esfuerzo abrasador en las semifinales, habría sido algo más que memorable. No les llegó la energía en la regata definitiva para disputarles las medallas a los grandes favoritos , acabando octavos y últimos, pero ello no desluce la fantástica actuación del barco español en estos Juegos Olímpicos, los primeros para los palistas hispalenses, que apenas sobrepasan la veintena y han tuteado a embarcaciones muy poderosas y engrasadas, con canoístas mucho más experimentados que llevan todo el ciclo olímpico remando juntos.

Tano y Pablo, en cambio, lo hacen desde febrero-marzo y ganaron su primera competición en el selectivo de Trasona de abril que les dio el pase para el Preolímpico de Szeged en mayo, donde demostraron sus credenciales con un primer puesto que les supo a gloria y luego un oro en la Copa del Mundo sobre quinientos metros, también en el canal húngaro, que redondeó el mejor fin de semana de sus vidas. De ahí, a Tokio, a los Juegos, donde se lo han dejado todo, hasta la última gota de sudor , siendo reconocibles en su estilo, valientes, tirando de dos de las tres regatas que han disputado, acelerando sin reservas desde la salida para controlarlas y domar el ímpetu del resto.

Así sucedió en la eliminatoria del lunes, batallando proa con proa con el barco alemán durante buena parte de la carrera. Una estrategia que repitieron de nuevo en las semifinales de esta madrugada, donde paleaban junto al poderoso C2 chino, el rumano, el ucraniano y el polaco . Las semis fueron pura emoción, no apta para todos los corazones. Hasta más allá de la mitad de la prueba, pasado el quinientos, estuvieron los sevillanos a la par de los chinos, candidatos al oro, hasta que fueron pagando el tremebundo esfuerzo, Rumanía aceleró, igual que Polonia, y las opciones de España quedaron reducidas a un cara a cara con los ucranianos que cayó, por décimas, del lado sevillano (3.28.594) para disgusto de los ucranios (3.28.775).

Pasaban cuatro de los cinco integrantes de cada semifinal. Con mucho viento soplando sobre el canal de remo y piragüismo de Tokio, los barcos volaron, hasta el punto que los cinco batieron el récord del mundo anterior, que estaba en posesión de los alemanes y databa de 1996 (3.31.870). En agua salada hay una mayor flotabilidad de las embarcaciones y, si a eso se añade el viento, se reúnen todas las condiciones para que caigan los récords. El crono, reventado, y el tándem hispalense, feliz por la conquista pero desgastado con vistas a la final aunque su objetivo estuviera mucho más que cumplido.

En su primera participación olímpica aspiraban a meterse en la final con el plus de pasar a las semifinales sin tener que hacerlo a través de la repesca. Y ya lo tenían. Cuartos de sus   semis,   los españoles afrontaban dos horas y media después, sin tiempo prácticamente para recuperarse de tamaño esfuerzo, la regata por los metales, que   se esperaba igual o más exigente ya que, en la segunda semifinal, los alemanes habían renovado el récord olímpico. A los chinos les duró un puñado de minutos tras imponerse en la suya. Una locura.

Tan elevado era el nivel que se estaba disfrutando en el C2 1.000. Una batalla por el trono olímpico a todo corazón y a toda máquina de la que tuvieron el honor de ser partícipes T ano García y Pablo Martínez . Ahí estaban, con los mejores, en el sitio que se habían ganado a pulso palada a palada. Navegando por la calle uno, carecieron del ímpetu que siempre les ha distinguido en la salida, sintomático de cómo estaban de fuerzas. Justos. Se quedaron muy atrás mientras en la cabeza de carrera se produjo una pelea preciosa por las medallas entre China, Alemania y Cuba que acabó con los caribeños adjudicándose el oro (3.24.995 y récord olímpico); los chinos, la plata (3.25.198); y el bronce, para los germanos (3.25.616).

Los españoles, últimos, no hicieron mal tiempo para tratarse de una carrera de mil metros (3.41.572), pero este martes no servían los registros habituales para ser competitivos. Había que remar a toda mecha durante dos kilómetros y no pudieron repetir el esfuerzo de las semifinales. En Tokio, Tano y Pablo han cumplido el objetivo, incluso sobrepasado ampliamente las expectativas, y seguro que ya tienen puesta la mente en París 2024, aunque su estancia en Japón ni muchos ha concluido. El viernes y el sábado competirán en el C1 1.000. La aventura nipona de los sevillanos continúa.

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