Un maravilloso viaje con el kilómetro cero en Trasona

El viaje exitoso de Cayetano García y Pablo Martínez , los integrantes sevillanos del C2 1.000 en los Juegos de Tokio, comenzó a finales de abril en Trasona, el embalse situado en la localidad asturiana de Avilés que se convirtió en el escenario de los selectivos nacionales organizados por la Federación Española de Piragüismo . En juego, un billete para el Preolímpico de Hungría en la modalidad que no contaba con embarcación española desde 2004, en los Juegos de Atenas. Mucho tiempo de ausencia considerando el poderío de la piragua nacional, la segunda disciplina deportiva que ha nutrido de mayor número de metales al medallero español.

Tano y Pablo no habían remado juntos hasta entonces, pero fue subirse en la canoa y que se produjera una simbiosis casi perfecta. Antes de la pandemia no se contaba con ellos, pero hay caminos que parecen predestinados a encontrarse. También en el deporte de alto nivel . El barco no ha parado de crecer y evolucionar en estos meses. En Trasona, los sevillanos se impusieron el 21 de abril con un tiempo de 3.40.50 al tándem formado por Adrián Siero y Sergio Vallejo y al dúo Manuel Fontán-David Barreiro. Un resultado casi inesperado que les daba el billete para el Preolímpico. Aquél ya era un premio mayúsculo para ambos palistas.

« Trasona era la primera vez, sí. Yo me incorporé al equipo nacional en 2020. Hasta entonces no había podido al tener que compaginar el deporte con los estudios. Y que se suspendiera la presencialidad me permitió entrar en el equipo. Así que ésta es mi segunda temporada. Fuimos probando barcos y la combinación que salió en el C2 fue la nuestra . Empezamos a montar en febrero o marzo y la primera competición fue el selectivo«, recuerda Pablo, que llegó más tarde al piragüismo que su compañero y ha quemado etapas a una velocidad prodigiosa. Todo ha ido muy rápido para Martínez, de 24 años. »La combinación mía con Pablo fue la más rápida. Pensamos que el barco tenía claras opciones, pero, aunque supiésemos que podíamos, teníamos que dar ese paso , que nos dio mucha confianza y nos cambió«, aporta Tano, de veinte años y cuyo padre, también canoísta, le inculcó la pasión desde que era un crío.

Trasona, pues, supone el kilómetro cero, y Szeged, la antesala de Tokio, donde lo sevillanos hicieron escala exhibiéndose en cuatro días de resultados increíbles, mucho estrés, más agotamiento y una felicidad inenarrable. Fue mágico. Plaza para los Juegos y oro en la Copa del Mundo sobre 500 metros. Menudo botín. En Hungría había barcos de mucho nivel y los hispalenses iban como debutantes. A otros se les hubiera atragantado la responsabilidad, pero no a Tano y Pablo, que no se amedrentaron aunque les costase arrancar. De su serie eliminatoria en la emblemática pista de Szeged quedaron últimos, los quintos, pero en la repesca cambiaron el chip y se la llevaron de calle, con absoluta autoridad, dejándose ir al final, cubriendo los mil metros diez segundos más rápidos que los segundos.

Pletóricos, con la confianza por las nubes y sobrados de energía, al día siguiente, un 13 de mayo para más señas, los canoístas del Club Náutico remaron a todo trapo y arrasaron a sus rivales. « No sé cuántas veces habré visto el vídeo de la regata. De diez para arriba, seguro . La he visto muchas veces. Fue emocionante lo que vivimos los dos dentro del barco, las sensaciones, viéndonos tan en cabeza, solventes, que los rivales no se acercaban...«, rememoraba Pablo.

Aquella exhibición de compenetración, fuerza y granítica mentalidad les abrió de par en par las puertas de Tokio a estos dos sevillanos que ya se entienden con la mirada y comparten pasiones: piragüismo y beticismo . Pablo tiene ascendencia gallega, pero dice que no cambia a Aspas por Joaquín aunque su familia sea pontevedresa y del Celta.