Fernando Alonso, durante un cambio de neumáticos en las 500 Millas de Indianápolis
Fernando Alonso, durante un cambio de neumáticos en las 500 Millas de Indianápolis - EFE

500 millas IndianápolisLa Indy enamora a Alonso

Pese a su retirada, se marcha seducido por la carrera y por retornar a los primeros puestos

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Terminan las 500 Millas de Indianápolis y el cielo se enajena. Llueve con rabia desgarrada. Una cortina de agua nubla la visión en el circuito americano y cubre la ciudad de rayos. Una hora antes la carrera se habría suspendido porque, en su singularidad, la Fórmula Indy no gasta neumáticos para suelo mojado. Todos los pilotos han recogido los bártulos y descansan en sus caravanas. El evento no ha terminado. El lunes, en el centro de la capital, se apagan los rescoldos de un show que empezó hace dos semanas en 2017 y lleva 101 ediciones desde 1911. Una gala de etiqueta, discursos y alfombra roja cierra la sesión. Y el lunes, como los demás, Fernando Alonso se queda en Indianápolis.

Pese al abandono y al cenizo del motor Honda, el piloto se marcha seducido por el magnetismo de la carrera y, sobre todo, por su regreso a los primeros puestos.

El domingo, nada más concluir su participación, bebió un trago de leche (en homenaje al símbolo que arropa al ganador de la prueba) y dio las gracias a los periodistas por su dedicación. Unos minutos más tarde, en la intimidad de su rulotte, escribió en su cuenta de Instagram. «Este momento... Liderar las 500 millas de Indianápolis durante dos tercios de carrera. Gracias al automovilismo (en cualquier categoría) por darnos estos momentos». Fernando Alonso fue competitivo en Indiana, gobernó la carrera durante muchos giros y volvió a experimentar una sensación aparcada en el limbo de McLaren-Honda. «Fue hermoso sentirse competitivo. Cuando te pones en cabeza de una carrera, es una sensación maravillosa». Desde que abandonó Ferrari en el invierno de 2014, el asturiano no ha dado ni una sola vuelta en cabeza de una carrera de Fórmula 1 con el McLaren-Honda. Durante su trayectoria deportiva, ha pilotado 1.767 vueltas de F1 al mando del pelotón, lo que equivale a 8.643 kilómetros. Es decir, desde el Gran Premio de Hungría en julio de 2014 hasta el domingo, cuando se puso al frente de la prueba en el giro 37 de las 500 Millas de Indianápolis, Alonso siempre había tenido a algún coche delante de él.

Ese aire limpio parece haber surtido un efecto revitalizante en el español, que estaba triste por el abandono, pero no cargó las tintas contra Honda. «Estar aquí ha sido incomparable. No he echado de menos Mónaco. Pienso que la gente no se ha podido sentar durante tres horas esta tarde».

Las 500 Millas inciden en el futuro profesional de Fernando Alonso, entre otras cosas porque se fue convencido de que las puede ganar, una vez que ha superado el peaje del novato. Ha adquirido la química del oval y sus secretos, el intenso tráfico, los relanzamientos de la carrera detrás del coche de seguridad, las paradas en los garajes tan diferentes a la Fórmula 1.

«Obviamente quiero volver a Indianápolis -dijo-. Al menos ya sé cómo es todo. No será la primera vez de las resalidas, los pits, todas las cosas diferentes. Vamos a ver qué pasa en los próximos años, pero necesito perseguir este desafío porque ganar las 500 Millas no está completado».

Después del paréntesis llega el día a día. Alonso se queda estas jornadas en los Estados Unidos por sus nuevas relaciones comerciales y de ahí enlazará con Montreal, sede del próximo gran premio de Fórmula 1 en Canadá. McLaren mejora lentamente (los dos coches entraron en la clasificación de Mónaco), pero los resultados no cuajan (Button y Vandoorne abandonaron otra vez).

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