Juan Antonio Ruiz Espartaco y Paco Robles, en la sala Antonio Machado de la sede de la Fundación Cajasol
Juan Antonio Ruiz Espartaco y Paco Robles, en la sala Antonio Machado de la sede de la Fundación Cajasol - JUAN FLORES
AULA DE CULTURA

«El torero tiene que entregar parte de su vida al toro»

Juan Antonio Ruiz «Espartaco» comparte sus vivencias taurinas en el Aula de Cultura de ABC

SEVILLA Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

«El toreo es una filosofía de vida». En torno a esa idea con la que inició la presentación el director del Aula de Cultura de ABC, Francisco Robles, se desarrolló la charla-coloquio que tuvo como protagonista al torero Juan Antonio Ruiz «Espartaco». Bajo el título «El toro, el toreo y el torero», el diestro repasó su trayectoria en una conversación sincera y salpicada de anécdotas en la dictó una lección magistral. Robles digirió con temple la intervención después de plantear que «la tauromaquia se basa en los tres pilares que definió el filósofo Hegel de tesis (el torero), la antítesis (el toro, un animal que conjuga belleza y fiereza) y la síntesis (el toreo), que supone la confrontación de los dos anteriores».

En este acto -patrocinado por la Real Maestranza de Caballería y la Fundación Cajasol-, el diestro comenzó hablando de por qué se hizo torero. «Al principio para hacer feliz a mi padre que quiso ser figura pero luego me enamoré del toro y de la Fiesta» antes de reconocer que no cree que naciese torero. «Me hice con el tiempo, yo quería ser futbolista como todos los niños porque eras tú el que corría detrás de la pelota y no al revés», comentó.

El toro «Facultades»

El sevillano, que lideró el escalafón durante una década, rememoró cómo le pesaba la responsabilidad «cuando veían en mi cualidades para hacer cosas que yo no me creía capaz», además de los duros comienzos cuando, siendo un niño, hizo su primer viaje a Madrid, a América o cuando su padre lo llevó a ver a Ricardo Chibanga, «un torero negro al que le habían pegado una cornada muy fuerte».

«Al principio me hice torero para hacer feliz a mi padre, que quiso ser figura; luego me enamoré de la fiesta»

También habló de la fecha clave en su carrera, en Sevilla, con el toro «Facultades» en 1985: «Tenía que pedir dinero prestado a mi cuadrilla para pasar el invierno y si no triunfaba me hacía banderillero», rememoró. Y de ahí lo que vino después. «Ser torero es lo más grande del mundo, la disciplina, el respeto y el amor a tu profesión, los valores. El torero tiene que entregar parte de su vida al toro. A mí me lo ha dado todo por eso lo respeto tanto». Un animal que para Espartaco, que ha tenido experiencia con leones y rinocerontes en África, lobos en Siberia y osos en Canadá es el más fiero del mundo: «El que más miedo me da es el toro, que un torero sea capaz de acariciar a un toro y le ponga ese sentimiento es algo único de hacer», concluyó.

Ver los comentarios