La Caridad triunfa en una Maestranza plena de Piedad y Esperanza

Miguel Ángel Perera corta dos orejas en el festival benéfico que llenó la Plaza de Toros de Sevilla

Miguel Ángel Perera muestra sus dos trofeos Raúl Doblado

Lorena Muñoz

Como en las mejores tardes de farolillos, la Real Maestranza de Sevilla se llenó hasta la bandera. Y la primera y atronadora ovación fue precisamente para la Marcha Real que la banda de Tejera interpretó tras finalizar el paseíllo y entre gritos de viva España. El 12 de octubre tenía muchas cosas que celebrar: el día de la Hispanidad, la Virgen del Pilar y una cita taurina que ya ha quedado unida a las cofradías de Sevilla.

El coso del Arenal amaneció engalanado con los paños de bocinas de las hermandades del Baratillo y de la Esperanza de Triana , protagonistas y beneficiarias de este festejo. Por eso los asistentes se llevaron el recuerdo de una estampa con las imágenes de la Piedad y la Esperanza y de haber vivido una entretenida tarde de toros.

Diego Ventura abrió plaza vestido con una chaquetilla de terciopelo liso verde Esperanza de Triana. El bordado lo puso el rejoneador en una faena templada y medida con quiebros delante de la cara del toro. Mató de un rejón certero y cortó una oreja a pesar de que le pidieron la segunda con algunos pitos al palco.

Morante de la Puebla , el primero a pie, brilló con las verónicas de recibo que remató con dos medias, lo más destacado de una faena que brindó a Joaquín Moeckel, artífice del festival. A partir de ahí fue todo al más puro estilo del genio cigarrero al que pitaron, aplaudieron y ovacionaron por igual. Había ganas de ver torear a Morante aunque «Berlanguillo» tenía poco dentro. Arrancó el pasodoble pero torero y público pidieron a Tristán que dejara de tocar. La espada tuvo rápido efecto y saludó la ovación.

Miguel Ángel Perera entró en el cartel como sustituto del lesionado Manzanares y fue el triunfador con dos orejas. Entusiasmó en el recibo que remató con varios lances a pies juntos y a una mano y luego en el quite por chicuelinas y tafalleras. Brindó al público antes de ponerse de rodillas e hilvanar dos vibrantes series en redondo. Fue el prólogo de una faena entregada y templada por ambos pitones que acabó en cercanías para poner los tendidos en pie.

También brindó al público Cayetano al cuarto que derribó al picador en el primer encuentro y se llevó la ovación al dejar el ruedo. Sonó «La Concha Flamenca» y la Maestranza enmudeció para escuchar el pasodoble y ver la faena dispuesta que no terminó de tomar vuelo. Asomaron algunos pañuelos y saludó.

Y Sevilla sacó a saludar a Pablo Aguado antes de que saliera el quinto al que recibió con gusto y temple a la verónica ganando terreno. El momento musical de la tarde llegó con el estreno del pasodoble que ha compuesto con su nombre Abel Moreno . El sevillano, vestido de azul Baratillo, comenzó con la diestra aunque estuvo más a gusto al natural antes de rematar con una serie por alto. Pidieron el trofeo pero la espada le privó de mayor premio que una ovación.

Cerró plaza el novillero González Écija , vencedor del ciclo de promoción, que inició con la larga de rodillas en el tercio. Brindó a sus compañeros de cartel antes de que sonara «Suspiros de España» para una labor en la que destacaron dos series con la zurda y una estocada de efecto fulminante. El festival, por encima de los trofeos, fue un éxito.

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