Isaac Fonseca, triunfador del camino hacia Las Ventas

Oreja y vuelta al ruedo fue el balance del ilusionante novillero mexicano; Villita cortó un trofeo

Isaac Fonseca, de rodillas Paloma Aguilar

Efe

El mexicano Isaac Fonseca , alumno de la escuela de Colmenar Viejo (Madrid), se alzó este domingo con total merecimiento con la séptima edición del certamen de novilladas sin caballos " Camino hacia Las Ventas" merced a una actuación notable y a una aptitud excelente que hace entrever en él madera de futuro.

Fonseca, que había dejado unas impávidas saltilleras en su turno de quites al tercero de la tarde, demostró ya en el suyo que, además de valor, tiene unas formas extraordinarias por el temple, la colocación, la manera de querer hacer cosas por abajo y rematando siempre en la cadera.

Buena imagen por este jovencísimo azteca , aunque la suya fuera una faena poco jaleada por unos tendidos que jugaron a favor de los que entrenan todos los días en este ruedo, algo que quedó ratificado en al tibia petición de oreja que hubo. La vuelta al ruedo que dio tuvo su peso.

Igual de bien anduvo con el octavo y último, al que pegó naturales exquisitos dentro de una faena bien estructurada y medida en comparación con las dos sus compañeros de cartel. La estocada entró en el segundo envite y, aunque la petición no fue tampoco mayoritaria, le faltó "meter más autobuses", que dijo un aficionado desde el tendido, cortó una oreja que recompensó su buena tarde.

Villita anduvo con altibajos en su primero, un "jandilla" mansito pero con transmisión, y al que el pupilo de la escuela del Yiyo intercaló algunos muletazos de buena expresión con otros más deslavazados y tropezados, también por lo mucho que molestó el viento. La eficacia con la espada le granjeó una orejita.

Al sexto le faltó entrega y Villita dejó algún natural suelto de buen aire ya en las postrimerías de un largo trasteo que, como al eral, le faltó continuidad. Le pidieron otra oreja, menos mal que el usía no cedió en lo que hubiera sido una Puerta Grande regalada.

Villita, en un derechazo Paloma Aguilar

Guillermo García demostró sentido del temple y un trazo largo del muletazo ante su buen primero. Quizás el único pero fue cierta falta de ajuste en algunos momentos y un mejor manejo de la espada, defectos que este otro alumno de la escuela del Yiyo podrá ir corrigiendo para complementar las virtudes antes apuntadas.

Más animoso anduvo con el séptimo, al que inició faena de rodillas y al que enganchó después para conducirle nuevamente con cierta largura por los dos pitones. Pero hubo también altibajos lógicos, que trató de suplir con entregados y efectistas alardes que entusiasmaron de forma desmedida a la parroquia.

Y qué decir cuando se tiró a matar sin muleta en el primer de los cuatro envites más y dos descabellos que necesitó finalmente, llevándose un palizón. Lo del "pañuelismo" compulsivo en la primera plaza del mundo fue vergonzoso por mucho que fuera una sin caballos.

Por tercer año consecutivo, para que hoy le contara a la empresa como un festejo mayor de cara al pliego, abrió la tarde un novillero con picadores, Alejandro Gardel , que dejó escapar a su enclasado primero, que acabó aburriéndose da tanta corrección por parte del madrileño, que anduvo fácil pero sin decir nada. Menos dijo todavía con el serio y hondo cuarto, que se movió pero con menos de clase.

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