Gonzalo Caballero, con dos cornadas, perdió casi tres litros de sangre por la sección de la femoral

El torero madrileño, con pronóstico «muy grave», se encuentra en la UCI del hospital San Francisco de Asís

Gonzalo Caballero, con terrible gesto de dolor y el boquete en el muslo izquierdo por la brutal cornada Efe

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Gonzalo Caballero vive para contarlo. Y esa es la mejor noticia. Un toro le partió el sábado la femoral de su muslo izquierdo, tan joven y tan lleno de costurones, como un viejo mapa de carreteras. Se hablaba de una cornada, pero en realidad se trataba de dos, «con tres orificios en la piel», tal y como explicó a ABC el cirujano jefe de Las Ventas, Máximo García Padrós , «una que entra y sale y otra más profunda». La pierna, agujereada ; la femoral y las ramas colaterales, seccionadas.

Solo desde el lugar de la gravísima cornada, entre los tendidos 5 y 6, a la enfermería, en terrenos del 4, perdió más de litro y medio de sangre, más otro medio en la primera operación y otro tanto en la segunda. Porque Caballero, de lecho del dolor a lecho del dolor, tuvo que ser intervenido en dos ocasiones : primero, en la enfermería; después, en el hospital San Francisco de Asís por especialistas en cirugía vascular. El matador se puso en manos del equipo de Claudio Gandarias , «para controlar el trombo, reparar la vena y que se restablezca la circulación, algo muy parecido a lo de Román». Tres horas duró la intervención, más las otras dos en el hule del coso venteño.

Según los doctores, la operación fue satisfactoria, pero mantenían la producencia por «la gravedad de la herida» . Pasada la medianoche, Gonzalo Caballero, de 27 años, pasó a la UCI del citado centro madrileño, «donde se encuentra intubado y sedado». ¿Peligra su vida? «En teoría, no tiene por qué», tranquilizó el doctor García-Padrós, aunque reconoció que fueron momentos críticos : «Si llega a tardar unos minutos en llegar a la enfermería, con la sección de una vena de ese calibre, estaríamos hablando de otra cosa. Llegó muy mareado y una hemorragia así hay que atajarla rápidamente».

El brindis de Caballero a García Padrós Efe

Ya en la plaza se apreció la gravedad del percance. La sangre oscura asomaba por el boquete de la taleguilla, a chorros por instantes, con el propio torero cubriendo con sus manos el agujero por el que se le iba la vida. Que no el valor. A un torero de su verdad no le ha menguado ni un ápice, pese a sufrir una cornada «muy gorda» en San Isidro en ese mismo muslo. Otra vez al entrar a matar y de nuevo en el lado izquierdo, cuando la mayoría de cornadas en la hora final son en el derecho. Oficial y Caballero, Gonzalo se tiró encima y, para colmo, el toro de Valdefresno, «Clavelero» de nombre, herrado con el número 51, de 505 kilos de peso y a un mes de cumplir los cinco años, le lanzó dos secos derrotes.

García Padrós, feliz de volver a ver en los ruedos a un torero salvado por su equipo, tenía claro que de nuevo saldría a por todas. Lo supo desde el brindis de agradecimiento. En medio de esas ovaciones de Madrid que erizan la piel, Gonzalo Caballero se dirigió a la zona de los médicos y brindó a don Máximo por ser su ángel de la guarda. «Yo le dije: " Gonzalo, no quiero verte por esta puerta (la de la enfermería), sino por la de enfrente (la Puerta Grande)». Y a la vera de esta última comenzó su sincera faena, de mayúscula exposición. «Cada vez que voy a Madrid es para entregar mi cuerpo y mi vida por completo», había asegurado en vísperas de su cita en la corrida de la Hispanidad. Su palabra fue ley: nada se guardó y todo entregó. La sangre derramada engrandecía una tarde más una temporada muy dura. En el nombre del padre muerto , al que ha prometido una Puerta Grande. Antes o después llegará. A Gonzalo Caballero no se se le escapa el valor en las cornadas.

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