La casta brava de Torrestrella en la Feria de Abril

Destacan dos grandes toros, muy por encima de sus matadores

José Garrido, con el primero de la tarde J. M. Serrano

Andrés Amorós

Comienza ya la serie continuada de corridas, en esta Feria de Abril que sucede en mayo. En 1924, recién llegado a Sevilla, escribe don Gregorio Corrochano: “¿Qué tiene la Feria de extraordinario? Nada. La Feria es un pretexto para venir. Lo extraordinario es Sevilla”. Y lo explica: “Hay dos cosas en el mundo que no se cansa el hombre de mirar: la cara de la mujer querida y Sevilla. Año tras año venimos y siempre la acogemos con el mismo deseo, jamás nos fatiga”.

Los toros de Torrestrella han triunfado últimamente en Sevilla y Bilbao, por encastados. No los eligen las primeras figuras. ¿Por qué? Por eso mismo: por encastados. La casta, que es la base de la Fiesta, exige poderle al toro, puede resultar incómoda, para el torero que prefiere la comodidad. Así estamos. Esta tarde, todos son serios y encastados; el primero, además, de una bravura extraordinaria; el quinto, también muy bueno. Los espadas no están a su nivel.

El extremeño José Garrido , lidiador completo, no logra consolidarse como figura: torea bien con el capote; es valiente; quizá le falta saber acomodarse a las condiciones de cada toro. Tiene la suerte - o la desgracia- de que le toca un toro espectacular, el primero: un sardo salpicado, bravo, que embiste con alegría, va largo, humilla… Tiene tanta casta que agobia. Garrido se luce en las verónicas de recibo. Saluda Chacón, con los palos. El comienzo de faena, con el “cartucho de pescao”, emociona y hace sonar la música, cuando el toro galopa. Luego, se suceden los muletazos aceptables pero por debajo de lo que toro está pidiendo. No mata bien.El cuarto, el de más peso, de seria presencia, es pegajoso, tobillero. Garrido se dobla, en un trasteo con más oficio que brillo. Sufre un derrote feo y una colada, el toro va a peor.(A mi lado, un guasón sentencia: “¡Curro se va a tirar!”). Le saca algunos derechazos y lo mata a la segunda. La oportunidad se le fue en el primero.

El peruano Joaquín Galdós intenta competir, en su patria, con el fenómeno Roca Rey. En su estilo, prevalece la estética sobre el dominio y eso es causa de irregularidad. Ésta es su presentación como matador de toros en Sevilla (ya actuó con éxito, de novillero). El segundo, un bonito burraco , sale muy suelto, se escupe del caballo pero cuando le llaman, sí que va. Galdós tarda en verlo y en bajarle la mano; logra algún muletazo bueno, cerca del final, en una faena desigual. Mata con facilidad y saluda. El quinto, otro burraco, típico de Torrestrella, embiste con fuerza al caballo y da un juego excelente, en la muleta: es pronto, alegre, humilla, va largo, transmite emoción… De nuevo, la faena es desigual: alternan muletazos artísticos con otros, menos logrados. Concluye con vistosos ayudados por bajo (mis vecinos recuerdan a Enrique Ponce ). La gente está con él, hubiera cortado la oreja pero esta vez falla con la espada. Da la vuelta al ruedo el diestro, después de una gran ovación al bravo toro.

La sobriedad clásica del sevillano Alfonso Cadaval causó buena impresión aquí, el año pasado, en su alternativa. Ésta es su segunda corrida como matador. El tercero va de largo al caballo pero luego se apaga. El joven diestro se muestra firme, intenta hacer el toreo serio pero sufre un pisotón, el toro se para y la faena se diluye. No mata bien y acusa su inexperiencia con el decabello, escuchando un aviso. El último es otro toro bravo que empuja en el caballo pero llega a la muleta con las fuerzas justas. (Ha saludado, en banderillas, Juan Carlos García ). Lo cita de lejos y el toro acude galopando, con alegría, pero flaquea. Aunque pone todo de su parte y el público le apoya, la faena no acaba de cuajar. Prolonga el trasteo y tampoco mata rápido. La ovación de despedida se extiende al buen banderillero Santi Acevedo , que se corta la coleta: ¡mis mejores deseos, en su nueva vida!

Quedan en el recuerdo dos bravos toros de Torrestrella , insuficientemente aprovechados. El primero, “Cumpleaños”, con una bravura que exigía mucho al matador, merecía la vuelta al ruedo; si se hubiera lidiado, en otro orden, supongo que la hubieran pedido. El quinto, “Lucero”, también bravo pero más colaborador. Dos grandes toros es mucho más de lo que vemos muchas tardes: ¡Enhorabuena, Álvaro Domecq! ¿Hará esto reflexionar a algunos toreros? ¡Seguro que no! Me gustaría equivocarme. El jueves llegan las figuras, con sus toros preferidos: en vez de Torrestrella, Garcigrande. Será otro tipo de espectáculo.

POSTDATA. En un accidente doméstico ha fallecido Mariano Roldán, buen poeta cordobés, traductor de Catulo y Lucano, autor de la más completa antología, “Poesía universal del toro” (no sólo española). Incluye poemas, traducidos de muchos idiomas, sobre “el toro bravo, como tótem mayor de toda la cultura europea”. También él escribió poemas taurinos. Por ejemplo, sobre Antonio Bienvenida, que, al final, recuerda “esos cuatro segundos que mi mano, / deslizando la muleta hasta el final glorioso del natural… / el mejor regalo de la vida, / rendida y renovada en el albero”.

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