Teatro Central de Sevilla

«3 Anunciaciones»: El misterio y su cruz

La figura angélica de la obra (Silvia Costa) atraviesa la desierta escena ABC

Alfonso Crespo

La obra arranca frente la oscuridad, lugar de donde nace la palabra , que aquí destella desde la banda de subtítulos. Nos dio por pensar en Manoel de Oliveira cuando defendiera la pantalla negra de la película del compatriota Monteiro, Branca de Neve, advirtiendo que en la voz puede estar incluida la imagen -que en la palabra yace la imaginación- de la misma forma que el silencio -ponía de contraejemplo el cine mudo de Dreyer, aquella famosa Pasión de Juana de Arco- puede ser sonoro, si uno se apresta a escuchar la visión.

Estas «3 Anunciaciones» , en su soberbio arranque, cuando uno no sabe nada y se encuentra más predispuesto al poder de la aparición, juegan y sacan partido de este trabalenguas portugués con el que hemos abierto la crítica: en los umbrales de lo visible -la iluminación tenue y coloreada que recorta el cuerpo y lo determina-, en el reino del misterio, nace una palabra visionaria, anunciadora, que «hace ver»: ¿profecía, hermenéutica de textos sagrados, exégesis de las páginas de la historia del arte, octavilla lírica que busca el despegue de la butaca, un pasar a la acción? De todo esto participa, como buen nudo inextricable entre el recogimiento interior y la expansión hacia el mundo. A la incertidumbre del mensaje acompaña ese andar pausado, un recorrido como de ritual, con el que la primera figura angélica (Silvia Costa) atraviesa la escena desierta, revelándola.

Podría decirse que el texto de Rambert se hace más claro en los siguientes monólogos, como si la virgen empoderada (Bárbara Lennie) y la astronauta-último-testigo (Audrey Bonnet) nos hablaran desde las redes sociales, como si compartieran la estrechez de nuestro mundo, de nuestras ilusiones y también de nuestros fracasos.

Y aunque la puesta en escena siga envuelta en una atmósfera fantástica gobernada por «ritmos otros», los discursos dejan de recortarse de ese trasfondo oscuro del que Erich Auerbach notara desprenderse el verbo bíblico. Es ahí que «3 Anunciaciones» levanta un reconocible espejo ante el espectador, pero, coquetos, aprovechamos para acicalarnos y comprobar si seguimos igual de monos que al salir de casa.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación