El Teatro Real recupera la memoria

El coliseo madrileño recupera la producción de «Aida» que presentó hace veinte años y que dirige Hugo de Ana

Una escena de «Aida», en la producción del Teatro Real Javier del Real
Julio Bravo

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El 26 de enero de 1919, Ángel María Castell (firmaba como Aemecé) escribía en las páginas de la revista Blanco y Negro , en un artículo dedicado a Giuseppe Verdi : «¿Su ópera más cantada? Aida, por lo menos en España. Detalle que lo confirma: la presente temporada del teatro Real se ha inaugurado con Aida. Es la 323 representación». Hasta el cierre del coliseo, en 1925, la cifra se aumentó hasta 353 funciones.

Precisamente a esta popularidad se refiere Joan Matabosch , actual director artístico del Teatro Real , cuando señala como un «hecho sorprendente» que la ópera que Giuseppe Verdi estrenó en la Ópera de El Cairo el 24 de diciembre de 1871 no se haya visto en el coliseo durante veinte años. Y es que la última vez que este título se pudo ver en el Teatro Real -donde se estrenó el 12 de diciembre de 1874- fue en la inaguración de la temporada 1998-1999, la segunda desde su reapertura. Y en este curso de celebraciones (la de la citada apertura y la del bicentenario de su creación), los responsables del Teatro Real han querido, por una parte, rendirse un homenaje, y, por otra, recuperar la memoria. «Es fundamental para una institución como esta -dice Matabosch- tener memoria. Solo se puede mirar hacia el futuro mirando hacia nuestro pasado».

Y con estos pensamientos en la cabeza el Teatro Real ha abierto su baúl y ha rescatado la producción de « Aida » que presentó -con un gran éxito- hace veinte años, y que lleva la firma del argentino Hugo de Ana (dirección de escena y escenografía). «Un teatro de ópera -insiste Matabosch- ha de tener una buena “Aida” en su repertorio. Es uno de los títulos más populares de la historia de la ópera, si no el más popular». En esta ocasión, llevará la batuta el italiano Nicola Luisotti , y el triple reparto incluye a Violeta Urmana, Ekaterina Semenchuk y Daniela Barcellona (Amneris), Liudmyla Monastyrska, Anna Pirozzi y Lianna Haroutonian (Aida), Gregory Kunde , Alfred Kim y Fabio Sartori (Radamés), Roberto Tagliavini y Rafal Siwek (Ramfis), y Gabriele Viviani , George Gagnidze y Ángel Ódena (Amonasro). Se ofrecerán, del 7 al 25 de marzo, diecisiete representaciones -la del 22 de marzo se retransmitirá por Radio Nacional de España-, y se ha vestido la ocasión con una docena de actividades paralelas; entre ellas destacan la apertura de la Cámara Acorazada del Museo Arqueológico (13 y 15 de marzo, limitado a 12 personas por día) y un taller de caligrafía egipcia antigua que se celebrará en la Biblioteca Nacional los días 10 y 11 de marzo y 13 y 14 de abril.

Para el público general, pensar en «Aida» significa pensar en la « Marcha Triunfal » y en un gran aparato escénico, con grandes decorados y decenas de extras, cuando no incluso con animales. La producción de Hugo de Ana no decepcionará en este sentido: en el escenario del Teatro Real se reunirán trescientas personas entre solistas, coro, bailarines, actores y figurantes. Pero la «Marcha Triunfal» no llega a diez minutos en una ópera con casi dos horas y media de música. El resto es una ópera intimista, prácticamente una ópera de cámara. «La “Marcha Triunfal” es el reclamo para el público -explica Nicola Luisotti, director musical de esta «Aida» y un sólido experto en Verdi-. Es la parte conocida por todos, pero los momentos más bellos son los más íntimos y delicados, y esos apenas los conoce el público».

Pedro Lavirgen - Javier del Real

Homenaje a Pedro Lavirgen

No participa en esta producción; de hecho, solo ha pisado en una ocasión el escenario del Teatro Real, y lo hizo cuando era sala de conciertos, no teatro de ópera. Pero Pedro Lavirgen (Bujalance, Córdoba, 1930) es uno de los protagonistas de la «Aida» que presenta el coliseo. Sus responsables han querido rendir homenaje a una de las grandes voces de la lírica española de las últimas décadas, que fue además un legendario Radamés, un papel que ha sido siempre su caballo de batalla. El propio Pedro Lavirgen cuenta que «”Aida” fue una de mis obras predilectas desde que tenía ocho o nueve años. Me la sabía de memoria antes incluso de aprender solfeo. Ha sido una obra emblemática para mí, porque siempre cantaba “Celeste Aida” en las audiciones». Lo hizo en la Scala de Milán; «no me contrataron entonces, pero sí lo hizo el teatro Bellas Artes de México, precisamente para cantar “Aida”; fue mi debut operístico». Reconoce Pedro Lavirgen que su voz era más lírica de lo que en principio exige el papel de Radamés, «pero la he podido cantar, y hacerlo en las partes más dulces, de mayor legato, y en las más heroicas y potentes». Afirma que es una ópera «muy dura» de cantar; coincide con Hugo de Ana y Nicola Luisotti al señalar que el dúo final es «el más bello de la ópera», y habla del gran escollo que tiene el tenor en «Aida»: «cantar la romanza, “Celeste Aida”, cuando no te ha dado tiempo a calentar la voz...» Y concluye entre sonrisas. «“Celeste Aida” se puede cantar si el maestro quiere. Si te quiere arruinar, te arruina».

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