Una comedia 'de las de antes' y el recuerdo de una voz sin rostro

Una escena de 'El mensaje' Teatro Lara
Julio Bravo

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Los teatros públicos son, en estos momentos, la locomotora de la convaleciente escena madrileña. Esa es su obligación. Pero no pocos teatros privados están siguiendo esforzádamente su ritmo. Es el caso de uno de los más emblemáticos e históricos escenarios de la capital, el Teatro Lara, el primero que reabrió sus puertas tras el confinamiento. Mucho habría que debatir sobre su política de programación, con sobreabundancia de títulos en cartel, pero nadie le puede negar a su director, Antonio Fuentes -un corredor de fondo, en sentido literal-, el afán por mantener la respiración regular de su escenario.

'El mensaje' y 'La sombra de Audrey' son dos de los títulos que exhibe la cartelera del Lara actualmente. La primera es una comedia de Ramón Paso -otro valiente que mantiene, junto con Ana Azorín, su propia compañía-; nieto de Alfonso Paso, del que ha heredado su prolificidad ,y bisnieto de Enrique Jardiel Poncela, firma una comedia de las de antes, sin que nadie entienda intención despectiva en esta definición. Pero es una pieza entretenida y sencilla, con una arquitectura teatral tan sólida como eficaz, que esconde tras sus situaciones divertidas y sus giros inesperados esquinas amargas sobre nuestro comportamiento egoísta, despegado e incluso mezquino. Lo reviste de comedia que el público ríe a carcajadas, y como toda pieza 'feelgood' tiene un final feliz. La presencia de la magnífica actriz que es Natalia Millán le da a la función un toque distintivo.

Laura Enrech, en 'La sombra de Audrey' Teatro Lara

'La sombra de Audrey' recrea la peripecia de quien en su día fue bautizada como 'el secreto mejor guardado de Hollywood': Marnie Nixon, que prestó, durante años sin ser acreditada por ello, la voz a Natalie Wood o Audrey Hepburn en las canciones de 'West Side Story' y 'My fair lady', respectivamente. La función, del británico Dan Rebellato, nos muestra a una Marni Nixon burlona y divertida, sin resentimiento pero dolida con su anonimato, una suerte de juguete dañado pero que no llega a estar roto, optimista aunque añorante de ese primer plano que se le niega. Hay quizás, en el texto, demasiadas referencias a nombres del Hollywood de los cincuenta que no tienen por qué entender todos los públicos, pero que conforman el paisaje en el que se desarrolló la historia real de Marni Nixon, una voz sin rostro.

A la soprano la encarna Laura Enrech, una actriz cuajada en el teatro musical, que ofrece a su personaje su altísima capacidad expresiva y su poder de comunicación, y que arranca con cierta aceleración para ir después moldeando al personaje con multitud de detalles llenos de sutileza.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación