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Ana Belén, junto a Consuelo Trujillo, en una escena de «Medea» - JERO MORALES
Ana Belén

Ana Belén: «Interpretar a un personaje como Medea produce vértigo y angustia»

La actriz vuelve en un montaje al Teatro Español, un escenario especialmente significativo en su carrera, después de treinta años

MADRID Actualizado: Guardar
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El nuevo reto de Ana Belén se llama Medea. La actriz se enfrentó por primera vez a la cruel hechicera de la mitología griega, sobre la que escribieron Eurípides o Séneca, en el pasado festival de Mérida. Ahora llega al Teatro Español –un escenario especialmente significativo para ella, y donde estará del 18 de diciembre al 10 de enero de 2016–, después de una gira que, asegura satisfecha, «ha funcionado muy bien». Al público le da igual comedia que tragedia;lo que quiere es calidad. «Yo creo trabajos bien hechos, interesantes y que le sean cercanos al público. Y creo en las funciones inteligentes, sean comedia, vodevil, tragedia, melodrama», dice.

«Medea» es una tragedia escrita hace muchos siglos, pero le sigue interesando al público...

Este tipo de obras nos habla de las pasiones humanas, y eso no muere. Esta función, concretamente, nos habla de un hecho absolutamente trágico y tremendo, y es que una madre mate a sus propios hijos. Y en este siglo XXI, y aquí, en España, estamos viviendo esa tragedia. Yo, cuando leo una noticia como ésta, tengo la necesidad de conocer datos para tratar de entenderlo; nunca justificarlo, bajo ningún concepto. Queremos saber por qué. Aunque eso es lo que nunca sabremos. Se pueden hacer conjeturas, pero nunca llegaremos a saber lo que hay dentro del alma y de la mente de estas personas.

Usted, que es madre, ¿ha llegado a comprender a Medea?

«Los actores trabajamos con emociones. Y todo está dentro de uno mismo, del ser humano. Buscamos en todo eso que está dentro para entender»

Los actores trabajamos con emociones. Puedes tener que interpretar a un asesino, y nunca has matado... Pero todo está dentro de uno mismo, y me refiero al ser humano. Los actores buscamos en todo eso que está dentro para entender y resolver preguntas. No hace falta que seas madre para considerarlo una barbaridad. Hay algo muy importante en esta versión que nos lleva a comprender a Medea y a entender su desarrollo: Vicente Molina Foix cuenta cómo Medea conoce a Jasón. Cuenta la historia de los Argonautas y el vellocino de oro, cómo Jasón llega a la isla, cómo Medea le ayuda y traiciona a su padre... Cómo ella, a su vez, se ve traicionada por un personaje creado por ella misma. Nos va dando pautas y nos desvela las razones que la llevan a matar a sus hijos; y en esa época, los hijos eran la razón de ser de una mujer. Ser madre significaba reafirmarse como mujer.

¿Dónde ha encontrado la luz del personaje? Imagino que para poder enamorarse de él tiene que haber una luz.

Las sombras de un personaje también te pueden enamorar... Pero la luz la he encontrado en esa Medea que recuerda toda su vida en la Cólquide, como una virgen dedicada a los dioses. Lo recuerda de una manera tan vívida... Y lo hace para tratar de entender su vida en el presente. Hay algo en ella muy reconocible, que es el gran, profundo, tremendo, asfixiante amor que siente por Jasón.

Ha hablado varias veces de «entender». ¿Es la posiblidad de vivir otras vidas y entender otras realidadesl o que más le atrae como actriz?

Creo que es algo común a todos los actores. Nuestro trabajo se nutre de analizar y de hacerte preguntas sobre tu personaje y sobre los que le rodean. Y esas preguntas son para entender. Esta profesión nos da la posibilidad de meternos en la cabecita y en el cuerpo de personajes muy distintos, y eso es muy enriquecedor. Yo he aprendido tanto... No solo de mi profesión, que evidentemente lo he hecho a lo largo de mi carrera, sino sobre las relaciones humanas. Hay muchas formas de interpretar a un ser humano, y hay miles de incógnitas y de preguntas. En esta profesión hay que buscar y buscar, y a mí me ha dado la posibilidad de entender mucho, sí.

¿Personajes tan poderosos y oscuros como éste llegan a desestabilizar?

«A mí las cosas me cuestan mucho, no soy una actriz que llega y tiene las cosas claras de su personaje desde el comienzo. Dudo muchísimo»

Un personaje como Medea produce vértigo, angustia... A mí las cosas me cuestan mucho, no soy una actriz que llega y tiene las cosas claras de su personaje desde el comienzo. Yo dudo muchísimo, necesito saber que la persona que me está dirigiendo lo sabe todo, porque yo no sé nada. Y aun ahora, después de todas las representaciones que hemos hecho, no sé ni la mitad de las cosas de Medea. Y sé que las voy a ir aprendiendo conforme la vaya interpretando cada día. Pero soy una actriz lanzada. Yo me tiro al vacío. Me puedo equivocar, el director me puede decir que no voy bien por ese lado, pero me tiro. Con todos los problemas que implica, porque soy insegura y neurótica... Eso sí, llego al ensayo y no se me nota nada. En casa sí, soy muy neurótica cuando estoy empezando a estudiar un personaje y enfrentándome a él. A veces encuentro pequeñas cositas en un ensayo y me da un subidón, y al día siguiente no encuentro nada y es una catástrofe, un horror, y me doy contra la pared... Pero a mí me gustan los actores que dudan. Yo dudo mucho.

E imagino que con la edad y la experiencia mucho más.

Por supuesto. Cuando eres joven hay tal inconsciencia que te lanzas y todo es un derroche de fuerzas, de estados de ánimo. Me acuerdo de algo que nos decía William Layton, un hombre tan encantador como sabio: «Hay que ir a la médula». Y es verdad. Es algo que vas aprendiendo con la edad. En todos los sentidos. Conforme te haces mayor tiendes a buscar la almendra, al centro. Ves otras cosas que están por los alrededores, que también están bien, y que te puedes dar un paseo por allí. Pero la almendra es lo importante.

Me da la sensación de que está últimamente más centrada en el teatro que en sus otras facetas artísticas...

Es cierto que no hago cine desde hace tiempo. Pero hasta octubre, en que retomamos «Medea», he estado haciendo gira de conciertos. He tenido un año... No he descansado nada.

Parecería que cuando uno llega a una posición como la suya, es más dueño de su carrera, pero no sé si es precisamente lo contrario...

«Este año he pasado mucha angustia por la cantidad de cosas que tenía que hacer. Pero todo el mundo me decía: "¡Tú puedes!" Y una se lo cree»

No lo eres. Lo que vas aprendiendo –y yo lo aprendí bastante temprano– es a decir no. Pero desde luego, no a poner las cosas en marcha. Dependes de tantas cosas, de que alguien te vea adecuado para un personaje y te ofrezca un proyecto... Sí eres dueño de aceptar o rechazar el proyecto; que es algo ya muy importante. Pero a veces las cosas vienen como este año... Yo he pasado mucha angustia por la cantidad de cosas que tenía que hacer. Hasta abril estuve interpretando «Kathie y el hipopótamo», la obra de Vargas Llosa. Ese mes sacamos disco, «Canciones regaladas». En mayo empecé a ensayar «Medea» y la gira de conciertos; durante los primeros ensayos de la obra de teatro hice tres conciertos, con todas las complicaciones vocales, porque no se puede hacer teatro y cantar al tiempo. Y todo eso me llevó a estar por las noches dando botes en la cama: Medea por un lado, los gorgoritos por otro... Pero todo el mundo me decía: «¡Tú puedes!» Y una se lo cree. Y he podido.

¿Cuánto hacía que no pisaba el Teatro Español? Es un teatro muy importante en su carrera...

Lo último que hice allí fueron conciertos. Pero con una obra de teatro no estaba... Desde «La casa de Bernarda Alba» –se estrenó hace más de treinta años, en 1984–. Volver supone una gran emoción. Siempre que he vuelto al Español me he emocionado mucho. Cuando hice los conciertos y me dirigía al público, después de la primera canción, pensaba que no podría seguir porque me embargaba la emoción, y no hay nada peor para que no te salga la voz. Sé que el Español tiene una carga emotiva muy grande. Yo piso ese escenario y me acuerdo de todos los actores con los que he trabajado allí... Y que la mayoría no están... Pero luego me meto en la piel de Medea y disfruto como una loca. ¡Como una bruja!

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