La Abadía acoge al Sartre más cómico

Dan Jemmet dirige «Nekrasolv», una sátira sobre la manipulación periodística

David Luque, en «Nekrassov» Álvaro Serrano
Julio Bravo

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No es Jean-Paul Sartre un autor a quien se asocie la palabra comedia. Su teatro sigue la senda existencialista que guió su pensamiento. Por eso « Nekrassov » supone un hito en su producción; él mismo la califica de comedia, aunque como sería de esperar en un autor de su calado filosófico, se trata de una sátira. Dejó escrito el autor francés que «la sátira que atrapa, revela y hace reír se perdió después de Aristófanes ; hay que recuperarla». Y esta comedia satírica es la que llega ahora al Teatro de la Abadía , dirigida por el británico Dan Jemmet , que ya montó en este escenario «El burlador de Sevilla» y «El café» -ambas producciones del teatro-, además de presentar otros dos espectáculos: «Shake» y «Dog Face». Se presenta en una versión de Brenda Escobedo a partir de la traducción que realizó el premio Nobel guatemalteco Miguel Ángel Asturias . Vanessa Actif firma el vestuario, Valentín Álvarez la iluminación, y los intérpretes son José Luis Alcobendas, Ernesto Arias, Carmen Bécares, Miguel Cubero, Palmira Ferrer, Clemente García y David Luque.

Jean-Paul Sartre escribió «Nekrassov» en 1955, en plena guerra fría . Quería con ella, según los responsables del montaje, «denunciar la política del momento y ridiculizar la manipulación informativa que aleja a la población del conocimiento de su realidad social. De esta forma, la obra presenta el servilismo de la prensa con el gobierno, los intereses económicos de los políticos con la industria armamentística, la caricaturización de los disidentes soviéticos al servicio de su propia vanidad, la estafa como principio de verdad periodística y el uso del terror para justificar la guerra y el continuo rearme de Europa».

«Nekrassov» cuenta la historia de Georges de Valera , un estafador genial, que para escapar de la policía se hace pasar por Nikita Nekrassov, un ministro ruso que supuestamente ha cruzado el Telón de Acero y se ha convertido en un disidente. Sobrevive con esta impostura falsificando noticias para el diario de derechas «Soir à Paris», que c ontrata sus declaraciones en exclusiva para incrementar sus ventas y fortalecer su alianza con el gobierno francés. De este modo, se convierte en el objeto principal de propaganda en las próximas elecciones municipales del gobierno conservador. Al verse atrapado por la manipulación de la prensa y del Estado, Georges de Valera decide revelar su verdadera identidad.

La guerra fría ya es historia -¿o no?-, pero en el texto de Sartre hay muchos elementos que lo conectan con la actualidad en estos tiempos de posverdad . La obra cuestiona la veracidad de la información periodística y la manipulación de la opinión pública enarbolando la bandera de la libertad y la democracia. Y es que «libertad» es una palabra fundamental en el vocabulario de Jean-Paul Sartre, junto con responsabilidad y elección propia. De hecho, Michel Contat , en el prólogo de la edición de su teatro completo, lo define como « teatro de la libertad » porque se pregunta qué hemos hecho con ella.

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