En la muerte de Aquilino Duque

Aquilino Duque, un poeta sevillano esencial

Cosmopolita y autor de la estirpe de Bécquer, deja una obra literaria que abarca también la novela, el ensayo y las memorias

Aquilino Duque en una imagen de 2013 Raúl Doblado

Jesús Morillo

Aquilino Duque , uno de los poetas esenciales de las letras sevillanas del último medio siglo , falleció el sábado a los noventa años en Villamarina, la casa de Bormujos en la que pasó sus últimos años un escritor que se mantuvo activo hasta casi el fin de sus días, que ha llegado como por una repentina enfermedad.

Porque hasta hace pocos meses era fácil ver a este escritor cosmopolita -trabajó para organismos internacionales como la ONU o la FAO- conduciendo su coche y asistiendo a presentaciones de libros propios y ajenos, en especial, de poetas amigos que reconocían su magisterio o tomando parte en las sesiones de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras , a la que pertenecía. De hecho, este mes de septiembre publicó Renacimento ‘Fuegos y juegos’ , su más reciente colección de poemas.

La muerte sorprendió a Aquilino Duque este septiembre, como vaticinó, joven, en su poema ‘Elegía andaluza’ incluido en su primer libro ‘Calle de la luna’ (1958): «Sé que cuando me muera... que será cualquier día de fines de verano ...». Le sobrevive una obra que lo sitúa como uno de los escritores andaluces fundamentales de la segunda mitad del siglo XX, en la que cultivó géneros como la novela, el articulismo, las memorias, el ensayo y, por supuesto, la poesía.

«El lugar de la poesía en mi labor literaria es central y total , ya que para mí la poesía no es un género sino un don o una vocación», afirmaba rotundo. Sin embargo, fue en el terreno de la novela, con obras muy reivindicables, donde logró el galardón literario más importante, el Premio Nacional de Literatura en 1974 por el ‘Mono azul’ , una obra sobre la Guerra Civil que Francisco Umbral consideraba como «resumen de la mejor prosa española».

La naturaleza, con un título imprescindible como ‘El mito de Doñana’ (1977), y los toros también captaron el interés de un escritor que ofreció el pregón taurino de 1998 y ganó en 2015 el VIII premio periodístico taurino Manuel Ramírez de ABC de Sevilla por su artículo «Estado y transición en los toros», publicado en este periódico.

Aquilino Duque en un pasaje del pregón taurino de 1998 ABC

Licenciado en Derecho por la Universidad de Sevilla , Aquilino Duque fue un viajero incansable, pues tras ampliar estudios en Cambridge y Dallas, desarrolló una carrera como funcionario internacional, lo que le permitió residir en ciudades como Roma y Ginebra , donde trató a grandes escritores de su tiempo, como Octavio Paz y Rafael Alberti , en las antípodas ideológicas del sevillano y al que le unió una gran amistad .

De hecho, las ideas políticas de este autor, que se definía abiertamente como reaccionario y no rehuía las polémicas, así como su alergia a las camarillas literarias son responsables de que le hayan pasado de largo los grandes premios literarios españoles. Buen ejemplo de ello es que desde las instancias oficiales solo haya lamentado su muerte la consejera de Cultura y Patrimonio Histórico, Patricia del Pozo . Además, Aquilino Duque, como le sucedió a otra compañera de generación como Julia Uceda , fue reconocido tardíamente como autor de referencia.

Generación del 50

Los orígenes literarios de Duque y Uceda se remontan a la Generación sevillana del cincuenta, que tomó carta de naturaleza en una velada en el Ateneo en la que participaron también poetas como Manuel Mantero y José María Requena , entre otros. En aquellos años, en los que fundó la revista ‘Aljibe’ (1951) y vieron la luz el mencionado ‘Calle de la luna’ y ‘El campo de la verdad’ (1958), se reveló como un poeta sólido, con una voz propia que seguía la senda neopopularista de Rafael Alberti y el magisterio de Gustavo Adolfo Bécquer y Juan Ramón Jiménez , como bien señalaba el también poeta Juan Lamillar en el prólogo de ‘La palabra secreta’ (2018), una muy recomendable antología del autor.

Precisamente en su primer poemario figuraba uno de los poemas más celebrados de este escritor y uno de los mejores que han tenido como tema la Semana Santa , ‘El Cachorro en el puente’ , con versos tan recordados, cuando no tratados de imitar, como: «Hoy no se pasa: aquí muere Sevilla/mientras tu silueta va en el río/caminando otra vez sobre las aguas...».

En colecciones posteriores, Aquilino Duque iría dotando a su poesía de citas culturalistas y referencias viajeras, que, como señala Lamillar, «preceden y conectan con la poesía que por aquellos años comenzaban a publicar los novísimos ». En su poesía última, añadía, el autor fallecido «sin olvidar viajes y lecturas, vuelve a lo esencial, a lo cotidiano», en una escritura dominada por una «calma horaciana» .

Esta labor ha tenido una clara influencia en la poesía sevillana, palpable en la obra de Lutgardo García , quien consideró siempre al escritor fallecido como su mentor, y ha continuado también esa «estirpe de Bécquer», recordando el atinado concepto de Fernando Ortiz, que alcanza a también a Jacobo Cortines , el citado Juan Lamillar, Víctor Jiménez y José María Jurado García-Posada , entre otros.

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