Rosalía, un año en la cima del pop

La cantante catalana regresa a Barcelona y Madrid a lo grande: con dos Sant Jordi y un Wizink Center

Rosalía, durante su actuación en París el pasado 3 de diciembre AFP

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Viernes, 15 de junio de 2018. Media tarde pasada. Colas y carreras a las puertas del SonarHall. Lo nunca visto. Menos aún, sabe mal decirlo, con un artista de aquí. Faltan más de seis meses para que se publique «El mal querer» y aquí ya no cabe ni un alfiler. El adelanto de «Malamente», single que, lo nunca visto 2.0, ya venía avisando desde finales de mayo de que esta Rosalía tendría poco o nada que ver con la que grabó «Los Ángeles» por fandangos, malagueñas y tarantos, ha sido suficiente para que la expectación acabe desbordando cualquier previsión.

Flashforward y rápido movimiento de cámara. Sábado, 1 junio de 2019. Cae la noche en el parque del Fórum. Baño de masas sin precedentes. James Blake sube al escenario para cantar «Barefoot In The Park». Una vez más, lo nunca visto. Poder y gloria para convertir a Rosalía Vila Tobella, Rosalía sin más para 18,20 millones de oyentes españoles en Spotify y también para medio mundo, en la primera artista local en coronar uno de los escenarios centrales del Primavera Sound como cabeza de cartel.

A la velocidad del rayo

Un año en el ojo del huracán, doce meses a la velocidad del rayo que, lejos de echar el freno, sigue ganando altura sin que se vea techo aparente. «Con altura», sí pero también con Ozuna, con «Yo x Ti, Tu x Mi» y con «Millonàra». Con «The New York Times Magazine» y «Vogue». Con el flamenco, el reguetón, el trap y, que no falte de nada, con un surtido de ritmos urbanos más completo que su afiladísima colección de vistosas uñas postizas. En algún momento tendrá que encerrarse a grabar su nuevo disco, esa continuación del oscuro e imbricado «El mal querer» con el que, según dijo, quiere «unir la belleza del pasado y la historia con el presente, ser tradicional, sin sonar antiguo», pero mientras tanto sigue apurando cada semana como si fuera la última.

Sin ir más lejos, el esprint final de 2019, el de estos días, está siendo de locos: reinado absoluto en los Grammy Latinos, sold out en el Brixton Academy de Londres, dos nominaciones a los Grammy 2020, expedición a Los Ángeles el próximo 12 de diciembre para recoger el premio Star Rising de «Billboard», el lanzamiento de su primera línea de «merchandising» oficial, gorro de «Millonària» incluido… Y, claro, su regreso a España: tres noches que se vendieron en un santiamén (más de 30.000 entradas en una hora; se dice pronto) y que, para cerrar el círculo que se abrió en el Sónar de 2018, la llevarán a actuar dos días seguidos en el Palau Sant Jordi de Barcelona y un tercero en el Wizink Center de Madrid.

Cante «millennial»

Tres noches de gala para resumir lo que ha pasado desde que la cantante catalana entró en el Taller de Músics y la ESMUC tarareando a Camarón y la Niña de los Peines y salió de ahí dispuesta a exprimir y retorcer todas las enseñanzas de Chiqui de la Línea junto a Refree primero y El Guincho más tarde.

Atrás quedan, pues, dieciocho gloriosos meses en los que Rosalía, la Rosalía de Sant Esteve Sesrovires, ha pasado de cantaora millennial que, como dijo Pepe Habichuela, cantaba como una vieja, a superestrella global. Una diva total que, además de crear tendencia, iluminar las gigantescas pantallas de Times Square y deslizar guiños a la fisionomía industrial del Baix Llobregat en canciones como «A palé», ha triunfado ahí donde «Omega», «La leyenda del tiempo» y «Veneno» tropezaron. Esto es: en la transgresión del flamenco y el hermanamiento entre culto artístico e impacto comercial. Un éxito de tal magnitud que en su especial 35 aniversario, la revista «Rockdelux» no ha dudado en escoger «El mal querer» como el mejor disco nacional de la década. Sí, de la década.

Otro galón para el cada vez más abultado currículum de una artista que, en poco más de dos años y recién cumplidos los 26, ha revolucionado por completo el panorama flamenco primero y el de las músicas urbanas después. Por el camino, un reguero de canciones diseminadas aquí y allá y en las que juguetea con el reguetón y la electrónica oscura, videoclips de alto impacto audiovisual, y un surtido de polémicas en el que caben desde las acusaciones de apropiación cultural a las enganchadas en las redes sociales con Vox, pasando por absurdas discusiones lingüísticas (que cantara en catalán no fue tan importante como que osara decir «cumpleanys» en vez de «aniversari»).

Visto así, casi da lo mismo que el próximo mes de enero se vuelva de vacío de la gala de los Grammy, donde compite con favoritísimas como Billie Eilish y Lizzo: como destacaba «The New York Times Magazine» el pasado mes de octubre, Rosalía se ha convertido casi de la noche a la mañana en la artista pop española más internacional desde Julio Iglesias. Aún le falta un trecho largo para llegar a los 200 millones de discos vendidos del madrileño, sí, pero a la edad a la que este andaba aún en construcción Rosalía ya ha empezado a comerse el mundo.

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