Ana Moura, en el Festival de Fado de Madrid
Ana Moura, en el Festival de Fado de Madrid - ÁNGEL DE ANTONIO

Ana Moura: «Prince cambió mi vida, su muerte me ha dejado un gran vacío»

La embajadora más acreditada del género musical portugués por excelencia actúa el 24 de junio en el Festival de Fado de Madrid

Corresponsal en Lisboa Actualizado: Guardar
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La proyección internacional del fado se encarna con especial elegancia en Ana Moura, convertida en la embajadora más acreditada del género musical portugués por excelencia. Después de sus conciertos en Londres, Boston, Nueva York o Ginebra, le llega el turno a su participación estelar en el Festival de Fado de Madrid, una propuesta más que consolidada de la mano de su experimentado director, Álvaro Covoes.

Su concierto abre la cita el viernes 24 de junio, con António Zambujo y Cuca Roseta como protagonistas los días siguientes en los Teatros del Canal, baluarte del festival desde hace varios años. Moura recibe a ABC en Lisboa con evidentes muestras de cansancio en su rostro después de haber compartido escenario con Concha Buika en el mismísimo Carnegie Hall de Manhattan. Gesto preocupado, se exhibe consciente de que su amistad con Prince y Mick Jagger ha despertado una gran expectación en el circuito musical.

Así lo testimonió recientemente la prensa inglesa, que se preguntaba: «¿Quién es la protegida portuguesa del cantante de The Rolling Stones?».

La respuesta nos desvela a una mujer con aureola enigmática que vive un difícil momento psicológico desde que falleció el genio de «Purple rain», «When doves cry» o «Kiss», porque le unía a él una estrecha relación. De hecho, se le caen las lágrimas al rememorarlo apenas dos meses después de su muerte.

—¿Qué puede esperar el público español de su actuación en el Festival de Fado de Madrid?

—Quiero centrarme, sobre todo, en mi último disco, «Moura» (publicado a finales del año pasado). Pero bueno, sí, hacia el final interpretaré también canciones pertenecientes a «Desfado» (el mayor éxito en la historia de la banda sonora de la «saudade», pues vio la luz en 2012 y se mantuvo en las listas de los más vendidos durante más de dos años, todo un hito en Portugal).

—¿Se atrevería a fusionar fado y electrónica «cool»?

—Me gustaría, pero tengo que pensarlo muy bien porque no deseo hacerlo de cualquier manera. Prefiero hacerlo con cuidado.

—Prince realizó en 2013 una brillante remezcla de su canción «Dream of fire». ¿Tal vez era su modelo en este sentido?

—Mi gran proyecto no era otro que hacer un álbum completo con él. Desgraciadamente, ya nunca será posible.

—¿Cómo se enteró de su pérdida?

—Hace cuatro meses fui a visitarle en Minneapolis (de hecho, se dejaron ver comprando discos). Pero ahora, en abril, yo estaba en Londres cuando hablé con él por última vez, solo dos días antes del fatal desenlace. Le dije que iba a volar a Los Ángeles al día siguiente y entonces se entusiasmó por encontrarnos de nuevo. Le envié un correo electrónico esa madrugada, pero no obtuve respuesta. Cuando aterricé y abrí mi cuenta de correo, vi el mensaje de que habían hallado su cadáver. No me lo podía creer.

—Usted ha paseado con Prince por las calles del Barrio Alto de Lisboa. Y ambos compartieron escenario en un festival portugués, antesala de su inmersión en las esencias del fado. ¿Le ha dejado un gran vacío?

—(Entre sollozos) Después de su muerte, siento un gran vacío, sí. La música me conectaba con él. Prince cambió mi vida.

—¿Cómo era en la distancia corta?

—Prince era feminista y un verdadero filántropo. Todo estaba en su cabeza. Le gustaba dar ánimos a las gentes más desfavorecidas. Fue el responsable directo de la seguridad que tengo ahora sobre un escenario.

—También mantiene una amistad con Mick Jagger. ¿Qué pensó cuando los tabloides británicos se preguntaban sobre la «protegida portuguesa» del cantante de The Rolling Stones?

—Me pareció una estupidez. Pero no me importa.

—Da la sensación de que su conexión con Prince era más profunda.

—Mucho más. Nunca me decía lo que debía hacer. Siempre insistía en que he de seguir mi propio camino. Parece una locura lo que voy a expresar ahora, pero la verdad es que siento que su energía me acompaña en todo momento.

—¿Cuál ha sido la escuela musical de Ana Moura?

—Procedente de Cascais, llegué a Lisboa con mi familia muy joven. Y enseguida me di cuenta de que el fado es mi vida. En mi caso, lo llevo en la sangre. Cantaba en la casa de fados Senhor Vinho, esa fue mi auténtica escuela.

—¿Se canta mejor el fado después de haber sufrido mucho?

—Como mejor se canta es mostrando fidelidad a los sentimientos. El mejor fadista es el que expresa esa emotividad. Hace poco, vino un señor a visitarme en mi camerino aquí en Portugal. Sus palabras me impresionaron porque dijo que mi música le ayuda a sobrevivir.

—Pero no siempre significa melancolía.

—Cierto. Se puede bailar también. A mí me gusta cantar muchos fados alegres.

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