Farruquito, durante los ensayos del espectáculo J. M. SERRANO
Música

Farruquito y Familia: la saga continúa

El bailaor reúne de nuevo a su dinastía bailaora en el Teatro de la Maestranza de Sevilla para presentar una revisión del espectáculo con el que conquistó Nueva York en 2001

SEVILLA Actualizado: Guardar
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Juan Fernández Montoya, Farruquito, camina solo, unos metros por delante de su troupe, hasta llegar a la sede del Ballet Flamenco de Andalucía. Lleva puestos los botines para no perder ni un minuto de las dos horas que le han dejado la sala. Asistimos al primer ensayo de un «nuevo» espectáculo con 14 años de vida, al que se suman nuevos miembros de la familia y proyecciones de los que ya no están.

«Es la celebración de que en la historia del flamenco continúa viva una saga de bailaores»

Cuando la especialista en danza del «New York Times», Anna Kisselgoff, asistió al estreno de «Farruquito y Familia» en 2001 no daba crédito a lo que veía. El niño que había conocido años atrás acompañando a su abuelo había madurado y se presentaba ya «como uno de los grandes bailaores de flamenco del nuevo siglo». Kisselgoff aseguraba que era lo mejor que había pasado por la Gran Manzana en mucho tiempo.

«Vas a ver que es un espectáculo nuevo, aunque esté inspirado en el anterior. Hemos crecido, se supone que hemos aprendido, hay gente nueva y gente que no está», comenta Farruquito mientras el sonido del calentamiento de los tacones se incrementa por momentos. «Es la celebración de que en la historia del flamenco continúa viva una saga de bailaores que el público puede identificar por un estilo propio», apunta su primo Barullo.

De una mítica seguiriya al fin de fiesta

Estamos en un ensayo de posiciones, donde se pinta cada uno de los números del espectáculo, desde la seguiriya mítica de Juan y Antonio El Farru, hasta el fin de fiesta. Es una especie de baile de la silla donde, tras cada palo, los artistas van cambiando de lugar. Óscar Gómez, el responsable de luces –hermano de Antonio Canales- fotografía todo con el móvil. «Luego me pasas esas imágenes para no acabar por el suelo como aquella vez con Antonio Villar», comenta la cantaora María Vizárraga.

Juan sube el tono para decir que apeguen los teléfonos y para pedirles por tercera vez que tomen distancia: «¿Es que no os acordáis de lo grande que es el escenario del teatro de la Maestranza? Como os quedéis atrás no salís».

Esta vez no actuará la madre, Rosario Montoya, La Farruca, porque, dicen, tiene otros compromisos

Además de ese baile enrazado, que el abuelo definió como baile macho, otro de los elementos inconfundibles de los espectáculos de Farruquito son las grandes voces que le acompañan. «Llevo toda la vida con él, más de 20 años. Yo tenía 12 y él 13 cuando empecé. Ahora, yo 32 y él 33», comenta la gaditana Encarna Anillo. Además de ella y Vizárraga, los cantaores Pepe de Pura y Antonio Villar sumarán pellizco a un espectáculo que no cuenta con violines, ni cajones, sino con las guitarras de Román Vicenti y Juan Campallo y las palmas de Torombo. Esta vez no actuará la madre, Rosario Montoya, La Farruca, porque, según nos comentan, «tiene otros compromisos».

Deja los deberes puestos

Hoy los cantaores no han entonado ni media letra pero Farruquito tiene una palabra para ellos: «Era muy importante que viéramos todo esto juntos. Ahora todos nos lo llevamos en la cabeza y los deberes para hacer… Gordo, acuérdate de las letras de tu padre Juan Villar», le dice a Antonio Villar. Sobre el suelo de baile, dos hermanos se disputan quién hará la guajira y quién las alegrías, discuten si repetir el número de Farru del anterior espectáculo o cederle el testigo a Manuel. «A mí no me quites las alegrías», dice El Carpeta. Juan escucha a todos y deja los deberes puestos. «Farru, tú tienes que montar la música y las letras a las alegrías y montarle la guajira a tu hermano. Manuel, no quiero que estés pendiente del polito para atrás. Olvídate de los músicos y de los paseítos. Hay que bailar. Te lo digo con todo el respeto», sentencia. Para Juan «trabajar con la familia tiene sus pros y sus contras. Lo bueno es que son tu gente y te entiendes. Lo malo es lo que cuesta cuando tienes que hablarles un poco más serio de la cuenta».

El tiempo y las puyas de los años han atemperado ese brío bailaor y esas prisas de Farruquito en el escenario y en la vida

El tiempo y las puyas de los años han atemperado ese brío bailaor y esas prisas de Farruquito en el escenario y en la vida. La naturalidad del que aprendió bailar y caminar al mismo tiempo es aplicable también en el que ha tenido que mandar y tomar decisiones desde pequeño. La nueva generación encarnada por Juan El Moreno, hijo de Farruquito, y Soleá, hija de Antonio Farru, ya saben lo que es el escenario y tienen todas las papeletas para ser los continuadores de la dinastía. «Nosotros no ponemos a los niños a bailar. No tienen más remedio que hacerlo porque no ven otra cosa», aclara Farru. Pero Juan sabe más que nadie cuáles son los sacrificios de esta vida y recuerda la frase del abuelo: «Mi papa Farruco decía: ¿tú quieres dedicarte a esto? Pues ten cuidado con lo que sueñas no vaya a ser que se te cumpla».

Una cantera inagotable

Sobre el escenario del Teatro de la Maestranza, los días 15 y 16 de diciembre, habrá seis primos bailaores. Tres de ellos han actuado juntos durante años: Farruquito, Antonio El Farru y Barullo. Además de la elegante madurez del primogénito de El Moreno y La Farruca, Antonio ha tenido la suerte de acompañar a Paco de Lucía en sus últimos años de gira. El maestro de Algeciras, con su obsesión por el compás milimétrico, acostumbró a Farru a ensayar con metrónomo lo que ha significado un salto de calidad en su trabajo de pies. Por su parte Barullo, además de haber presentado en 2014 su propio espectáculo Cara o cruz en Barcelona, se alzó ese año con El Desplante, principal galardón del Festival de Cante de Las Minas de la Unión.

Uno de los grandes atractivos de esta nueva propuesta es la presencia de África, que vuelve a los escenarios después de 14 años. «Con 13 años bailaba con Juan, pero me casé, tuve niños y me aparté un poquito». Farruquito interrumpe: «Pero di cuántos». «Cinco, tuve cinco», dice África con sonrojo. «Es un placer estar de vuelta. Sé que no ha sido nadie sino madre (Pilar La Faraona), la que me ha puesto aquí y espero que ella me dé toda su fuerza», asegura al borde de la lágrima.

Juan continúa con las presentaciones: «El primo Polito es muy polífacético. No sólo baila, sino que muchas veces contamos con él al soniquete, toca la percusión increíble, ha hecho sus pinitos en el cine con cuatro películas y en diciembre se le podrá ver en la serie "Mar de plástico"».

Todas las miradas recaen ahora sobre Manuel El Carpeta. «Hay mucho fuego en su manera de bailar»

Pero sobre el que recaen ahora todas las miradas es sobre Manuel El Carpeta, del que Farruquito nos cuenta que «como es el más joven se lleva todas las collejas... Con 18 años, está en una edad decisiva artísticamente hablando. El paso que dé ahora tiene que ser con otra firmeza y, acordándose de su familia. Le toca echarle leña al fuego porque además hay mucho fuego en su corazón y en su manera de bailar. Le vamos a ayudar pero también le vamos a dejar de vez en cuanto delante del toro a ver qué hace».

La presencia en el fin de fiesta de la nueva generación de Farrucos, en la figura de Juan El Moreno, no se podrá confirmar hasta la misma representación. «A ver cómo tiene el día. Al final no deja de ser un niño de tres años», concluye su padre.

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